Lola y el jardín encantado


Había una vez una hormiga llamada Lola, que era conocida por ser la más hermosa de todo el hormiguero. Tenía un brillante color rojo en su cuerpo y unas alas transparentes que resaltaban su belleza.

Pero a pesar de ser tan bonita, Lola siempre tuvo un espíritu aventurero y soñaba con conocer el mundo más allá del hormiguero. Un día, mientras paseaba por los alrededores del hormiguero, Lola encontró una entrada secreta en el suelo.

Sin pensarlo dos veces, decidió adentrarse en ella para descubrir qué había al otro lado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que había llegado a un jardín maravilloso lleno de flores de todos los colores y tamaños.

Lola estaba fascinada con aquel lugar y decidió construirse una pequeña casa entre las raíces de un árbol cercano. Allí viviría mientras exploraba todo lo que aquel jardín tenía para ofrecerle.

Pero como toda buena hormiga, Lola también tenía un oficio: recolectar comida para llevar al hormiguero. Entonces decidió ponerse manos a la obra y comenzar a buscar alimentos para llevar consigo. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no era tan fácil como parecía.

Las flores eran altas y algunas estaban muy lejos del alcance de sus patitas diminutas. Aunque sentía valiente temor ante los desafíos que enfrentaba, no se dejó vencer por la tristeza y continuó buscando soluciones.

Un día, mientras caminaba cerca del estanque del jardín, Lola encontró una rama flotante que se había separado de un árbol. Tuvo una idea brillante: utilizaría esa rama como balsa para llegar hasta las flores más altas.

Lola subió a la rama y, con mucho esfuerzo, logró llegar hasta las flores más hermosas del jardín. Recolectó todo lo que pudo llevar consigo y volvió felizmente a su casa en el árbol.

La noticia sobre la valentía de Lola corrió rápidamente por el hormiguero y todos los demás insectos quedaron asombrados al escuchar sus aventuras. Pronto, otros insectos comenzaron a seguir su ejemplo y explorar el mundo exterior.

Lola se convirtió en una heroína para todos los habitantes del hormiguero y fue aclamada como la hormiga más valiente y audaz de todas. Desde aquel día, Lola siguió viajando por el jardín, llevando alegría a cada rincón donde iba.

Su espíritu aventurero e inspirador enseñó a todos que nunca debemos tener miedo de enfrentar nuevos desafíos y que siempre hay soluciones creativas para superar cualquier obstáculo. Y así, Lola vivió felizmente explorando el mundo exterior mientras seguía siendo admirada por todos los insectos del hormiguero.

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