Lola y el Palo Mágico



Lola es una niña que disfruta saltar. Cada mañana, después de desayunar, sale al parque a saltar por todos lados. Un día, mientras jugaba, se encontró con un palo que bloqueaba su camino.

- ¿Paso o paro? - se preguntó Lola, mirando el palo.

Su madre, que la acompañaba, la animó.

- Lola, salta el palo - le dijo con una sonrisa.

Lola decidió hacer caso. Se agachó, respiró hondo y...

- ¡Salto! - gritó mientras se elevaba por los aires.

Para su sorpresa, en el momento que tocó el suelo, algo increíble sucedió. El palo empezó a brillar con colores vibrantes.

- ¿Qué es esto? - exclamó Lola, fascinada por la transformación del palo.

El palo parló, con una voz suave y melodiosa.

- Soy un Palo Mágico. Los que saltan con felicidad pueden pasar por mí y ser parte de un mundo de aventuras.

Lola miró a su mamá, que parecía tan emocionada como ella.

- ¡Vamos, Lola! ¡Saltemos y descubramos qué hay del otro lado! - animó mamá.

Con una mezcla de emoción y curiosidad, Lola volvió a saltar. Al caer al otro lado, se encontró en un bosque encantado lleno de flores de colores, árboles que hablaban y criaturas mágicas.

- ¡Mirá, mamá! - señaló Lola, viendo a una ardilla que llevaba una bufanda. - ¿Podemos quedarnos aquí para siempre?

- Este lugar es hermoso, pero debemos aprender a volver. - explicó mamá mientras paseaban.

- ¿Cómo hacemos eso? - preguntó Lola, mirando a una hada que danzaba entre las flores.

La hada se acercó y dijo:

- Para volver, deben aprender la importancia de la ayuda y la amistad. Solo así la magia del Palo Mágico los llevará a casa.

Intrigadas, Lola y su mamá comenzaron a ayudar a las criaturas del bosque. Ayudaron a un conejo a encontrar su zanahoria perdida y a un pájaro a construir su nido. Cada acto de bondad provocaba nuevas luces en el Palo Mágico, que brillaba más intensamente.

- ¡Estamos aprendiendo a ser amigos! - exclamó Lola mientras ayudaba a la ardilla a cruzar el río, sin imaginar que la verdadera magia era el compañerismo.

Después de un día lleno de aventuras, Lola sintió que era el momento de volver.

- Hada, ¿nos puedes ayudar a regresar a casa? - preguntó con una sonrisa.

- Con gusto - respondió la hada. - Solo salta de nuevo, pero esta vez lleva contigo todo lo que aprendiste.

Lola y su mamá se tomaron de las manos y saltaron juntas hacia el Palo Mágico. Al aterrizar, sintieron que el mundo conocido las abrazaba nuevamente.

- ¡Lo hicimos! - gritó Lola emocionada. - ¡Saltamos hacia la aventura y volvimos a casa!

Desde entonces, cada vez que se encontraban con un obstáculo, Lola ya no decía: ‘¿Paso o paro? ’. Ahora sabía que con un poco de valentía y ayuda, siempre podía saltar los palos que se interponían en su camino. Y así, Lola siguió saltando, pero esta vez con un corazón lleno de amistad y magia.

FIN.

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