Lola y el pollito valiente



Había una vez en un tranquilo pueblo de la provincia de Córdoba, Argentina, una cabra llamada Lola. Lola era muy especial, tenía manchas de colores en su pelaje y siempre estaba saltando y brincando por todos lados.

Por eso, los habitantes del pueblo la llamaban "La cabra loca". Lola vivía felizmente en una granja junto a otros animales como vacas, gallinas y cerdos.

A pesar de ser diferente a los demás, ella siempre trataba de hacer amigos y divertirse con todos. Un día soleado, mientras paseaba por el campo, Lola encontró un pequeño pollito perdido. El pollito se veía muy triste y asustado. "¡Hola! ¿Estás bien?" - preguntó Lola con entusiasmo.

El pollito levantó la cabeza y respondió con voz temblorosa: "Me he perdido y no puedo encontrar a mi mamá". Lola sintió mucha pena por el pollito y decidió ayudarlo a encontrar a su mamá. Así comenzaron una aventura juntos.

Saltaban sobre las rocas del río, corrieron entre los árboles del bosque e incluso se subieron a lo alto de una montaña para tener una mejor vista del pueblo. Pero aún no encontraban a la mamá del pollito.

De repente, vieron volar un grupo de pájaros que parecían estar buscando algo. Lola tuvo una idea brillante: "¡Vamos a preguntarles si han visto a la mamá del pollito!"Se acercaron al grupo de pájaros y les hicieron la pregunta.

Los pájaros respondieron que habían visto pasar a una gallina con un grupo de pollitos hace un rato, pero no sabían dónde se habían ido. Lola y el pollito siguieron las indicaciones de los pájaros y finalmente encontraron a la mamá del pollito.

El reencuentro fue muy emotivo y todos estaban felices. "¡Gracias Lola! ¡Eres la mejor amiga que podríamos haber tenido!" - dijo la mamá del pollito mientras abrazaba a su hijo.

Lola sonrió y respondió: "No hay de qué, solo estaba haciendo lo correcto". A partir de ese día, Lola se convirtió en una heroína en el pueblo. Todos apreciaban su valentía y generosidad. Los niños del pueblo le dieron un nombre nuevo: "La cabra aventurera".

Desde entonces, Lola siguió viviendo sus días saltando y brincando por todas partes, pero ahora también era admirada por su nobleza. Aprendimos que ser diferente no es algo malo, sino una oportunidad para destacar y ayudar a los demás.

Y así termina esta historia llena de enseñanzas sobre la importancia de ser uno mismo sin importar lo que los demás piensen o digan.

Porque cada uno tiene algo especial dentro de sí mismo, al igual que nuestra querida cabra aventurera llamada Lola.

FIN.

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