Lola y el Secreto de los Animales de Cusco



Había una vez una niña llamada Lola que vivía en la hermosa ciudad de Cusco, rodeada de montañas y animales de todo tipo. A Lola le encantaban los animales, desde los llamas que pastaban en los campos hasta los coloridos colibríes que volaban entre las flores. Cada día, después de la escuela, Lola pasaba horas explorando la naturaleza y cuidando de los animales que encontraba.

Un día, mientras caminaba por el mercado de San Pedro, vio a un pequeño pajarito caído de su nido. Se acercó con sumo cuidado y lo recogió.

- “No te preocupes, te ayudaré a regresar a casa,” - le dijo Lola al pajarito que piaba débilmente.

Decidida a encontrar el nido del pajarito, Lola se dirigió hacia la colina cercana. En su camino, se encontró con su amigo Lucas, que estaba guardando unas llamas que pertenecían a su abuelo.

- “¡Hola, Lola! ¿A dónde vas con ese pajarito? ” - preguntó Lucas, curioso.

- “¡Lo encontré en el mercado! Quiero devolverlo a su nido.” - respondió Lola con una sonrisa.

Lucas, siempre entusiasta por las aventuras, decidió acompañarla. Juntos, subieron la colina, mientras Lola le contaba sobre los animales que había conocido.

- “¿Sabías que las llamas son muy útiles? Pueden llevar cargas pesadas por las montañas,” - explicó Lola.

- “Y también son muy tiernas,” - agregó Lucas acariciando a una de ellas.

A medida que iban subiendo, Lola y Lucas escucharon un murmullo extraño proveniente de un arbusto cercano. Ambos se acercaron sigilosamente y descubrieron un pequeño conejo atrapado en unos matorrales.

- “¡Mirá, un conejo! ¡Pobre, está atrapado! ” - exclamó Lola.

- “Tenemos que ayudarlo,” - dijo Lucas, sintiéndose valiente.

Lola se agachó y cuidadosamente empezó a despegar las ramas que mantenían al conejo atrapado.

- “No te asustes, pequeño. Estoy aquí para ayudarte,” - susurró, mientras el conejo miraba con ojitos asustados.

Finalmente, después de unos minutos de trabajo en equipo, el conejo quedó libre. Saltó de felicidad y miró a Lola y Lucas como agradeciéndoles.

- “¡Lo logramos! ” - gritó Lucas, saltando de alegría.

- “Sí, y ahora debemos seguir buscando el nido del pajarito,” - dijo Lola, y juntos continuaron su camino.

Después de un rato, llegaron a un árbol grande lleno de hojas brillantes.

- “¡Ahí está! ” - dijo Lola señalando el nido en una de las ramas más altas.

Lucas, que había visto a Lola ayudar a los otros animales, sintió que ellos podrían ayudar también al pajarito.

- “¿Cómo vamos a hacer para que subas? ” - preguntó. Pero antes de que Lola pudiera responder, un grupo de gorriones comenzó a volar cerca de ellos.

- “¡Esos gorriones pueden ayudar! ” - sugirió Lola con entusiasmo.

Los gorriones, al ver a Lola preocupada, se acercaron y comenzaron a cantar.

- “¡Por favor, amigos! ¿Pueden ayudar a este pajarito a volver a su nido? ” - les pidió Lola.

A lo que los gorriones, asintiendo con sus cabezas, formaron una fila y, con un poco de esfuerzo, comenzaron a llevar al pequeño pajarito de regreso. Lola y Lucas miraron maravillados cómo los gorriones trabajaban en equipo.

Finalmente, el pajarito fue colocado con cuidado en su nido, donde su mamá lo esperaba con ansias.

- “¡Lo logramos! ” - gritaron Lola y Lucas al unísono, llenos de satisfacción.

Emocionados por su aventura, regresaron a casa.

- “Hoy aprendí que trabajar en equipo siempre trae buenos resultados,” - dijo Lola mientras caminaban por el camino de tierra.

- “Y que ayudar a los animales es hacer el bien,” - añadió Lucas.

Desde ese día, Lola y Lucas pasaron sus tardes cuidando al pequeño conejo, observando a los gorriones y cuidando de los animales que encontraban. Nunca dejaron de aprender sobre ellos y de recordar que cada uno en su pequeño mundo, puede hacer la diferencia.

Y así, en Cusco, la niña Lola nunca dejó de compartir su amor por los animales, recordando siempre que en equipo y con un poco de bondad, ¡podían lograr cosas increíbles!

FIN.

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