Lola y el viaje estelar


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Lola que soñaba con ser astronauta. Desde muy pequeña miraba al cielo estrellado todas las noches y se maravillaba con la inmensidad del universo.

Un día, en la escuela, la maestra les pidió a los niños que escribieran sobre lo que querían ser cuando fueran grandes.

Todos sus compañeros escribieron sobre ser médicos, bomberos o maestros, pero Lola decidió contarles a todos su gran sueño de volar al espacio. Al principio, algunos se rieron de ella y le dijeron que era imposible para una niña de pueblo llegar tan lejos.

Pero Lola no se desanimó, recordando las palabras de su abuela: "Nunca dejes que nadie apague tus sueños". Decidida a seguir adelante, Lola buscó información sobre cómo convertirse en astronauta. Descubrió que necesitaba estudiar mucho y esforzarse al máximo en matemáticas y ciencias.

Así que dedicó todo su tiempo libre a leer libros y aprender todo lo posible sobre el espacio. Un día, mientras paseaba por el campo, encontró una vieja nave espacial abandonada. Se acercó emocionada y decidió arreglarla para poder practicar como si ya fuera una astronauta real.

"¡Miren chicos! ¡Voy a ser la mejor astronauta del mundo!" exclamó Lola emocionada mientras mostraba su descubrimiento a sus amigos. Todos quedaron sorprendidos por la determinación de Lola y decidieron ayudarla en su aventura espacial.

Juntos limpiaron la nave, repararon lo necesario y construyeron un simulador dentro de ella para entrenar como verdaderos astronautas. Con el paso del tiempo, Lola se convirtió en toda una experta gracias a su esfuerzo y dedicación.

Un día recibió una carta invitándola a participar en un programa especial de entrenamiento para futuros astronautas. "¡No puedo creerlo! ¡Es mi oportunidad!" gritó emocionada Lola mientras abrazaba a sus amigos. Después de meses de arduo entrenamiento, llegó el momento crucial: el lanzamiento al espacio.

Todos en el pueblo se reunieron para ver partir a su valiente amiga hacia las estrellas. La nave despegó lentamente mientras todos agitaban banderas y aplaudían emocionados.

Desde arriba, Lola miraba asombrada la Tierra desde lejos sintiendo una mezcla de emoción y gratitud por haber cumplido su sueño más grande. Y así fue como aquella niña soñadora demostró que con esfuerzo, perseverancia y fe en uno mismo, cualquier meta es alcanzable.

Y aunque estaba lejos físicamente, siempre llevaba consigo el amor y apoyo incondicional de su querido pueblo argentino.

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