Lola y la semilla mágica
Había una vez una niña llamada Lola que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un frondoso bosque.
Un día, mientras paseaba por el borde del bosque, escuchó un suave susurro que parecía llamarla desde lo más profundo de los árboles. Intrigada, decidió adentrarse en el bosque para descubrir de dónde provenía aquel misterioso sonido. Al principio, todo parecía normal: los pájaros cantaban alegremente y el sol se filtraba entre las ramas de los árboles.
Pero a medida que Lola avanzaba, el bosque se volvía cada vez más oscuro y silencioso. De repente, se encontró frente a un imponente árbol centenario cuyas raíces se entrelazaban formando extrañas figuras.
"Hola, pequeña viajera", dijo una voz suave y melodiosa que parecía salir del propio árbol. Lola dio un respingo de sorpresa y miró a su alrededor buscando al dueño de aquella misteriosa voz.
"No temas, soy el espíritu del bosque y he estado esperándote", dijo la voz con calma. Lola sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, pero decidió mantener la calma y preguntar al espíritu qué era lo que deseaba de ella.
El espíritu le contó a Lola que el bosque estaba enfermo debido a la tala indiscriminada de árboles y la contaminación provocada por los humanos. Le explicó que necesitaba la ayuda de alguien puro de corazón para salvarlo antes de que fuera demasiado tarde.
"¿Qué puedo hacer yo para ayudarte?", preguntó Lola con determinación en su mirada. El espíritu le entregó a Lola una semilla mágica y le explicó que debía plantarla en lo más profundo del bosque y cuidarla con amor y dedicación.
La semilla crecería hasta convertirse en un árbol gigante capaz de sanar las heridas del bosque y devolverle su antigua gloria. Lola aceptó valientemente la misión y se adentró en el corazón del bosque siguiendo las indicaciones del espíritu.
Encontró un claro bañado por la luz del sol donde decidió plantar la semilla mágica. Todos los días regaba la tierna planta con agua pura, conversaba con ella y le cantaba dulces canciones para animarla a crecer fuerte y sana.
Con el paso del tiempo, la semilla comenzó a brotar dando vida a un hermoso árbol con hojas brillantes y flores multicolores que llenaron el bosque con su perfume embriagador.
Los animales regresaron al bosque, los arroyos volvieron a correr cristalinos y los pájaros entonaron sus melodías como nunca antes lo habían hecho. El pueblo entero celebró la valentía y determinación de Lola, quien se convirtió en la guardiana del bosque rescatado gracias a su amor incondicional por la naturaleza.
Desde entonces, cada vez que alguien necesitaba ayuda o consuelo acudían al árbol mágico donde encontraban paz y sabiduría gracias al espíritu benevolente que habitaba en él.
Y colorín colorado este cuento ha terminado, pero recuerda: siempre hay esperanza si tenemos fe en nosotros mismos y cuidamos con amor todo lo bello que nos rodea.
FIN.