Lola y la solidaridad invernal



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una niña llamada Lola que adoraba el invierno. Para ella, no había nada mejor que jugar con la nieve y sentir el frío en sus mejillas sonrosadas.

Un día, mientras paseaba por el bosque nevado, escuchó un débil maullido proveniente de unos arbustos. Intrigada, se acercó y descubrió a un gato blanco temblando de frío.

Sin dudarlo, lo abrazó para darle calor y decidió llevarlo a su casa. Al llegar, su madre le dijo preocupada: "Lola, ¿de dónde sacaste este gatito?". "Lo encontré en el bosque, mamá. Estaba muy frío y solo", respondió Lola con tristeza en los ojos.

Su madre sonrió y le dijo: "Es importante ayudar a quienes lo necesitan. Pero recuerda que debemos cuidar bien de él". Así fue como el gato blanco se convirtió en parte de la familia de Lola.

Días después, una fuerte nevada azotó el pueblo y dejó a todos atrapados en sus casas. Los caminos quedaron bloqueados y la comida empezaba a escasear.

Lola miraba por la ventana preocupada cuando vio a lo lejos a un caballo blanco tratando de abrirse paso entre la nieve. Sin pensarlo dos veces, se puso sus abrigos más abrigados y salió corriendo hacia donde estaba el caballo. "¡Hola! ¿Necesitas ayuda?", preguntó Lola al animal. El caballo relinchó débilmente como si estuviera diciendo sí.

Con esfuerzo lograron llevarlo hasta su granero donde pudo resguardarse del frío y descansar. Pronto se corrió la voz sobre la solidaridad de Lola con los animales del pueblo.

La gente empezó a colaborar entre sí para salir adelante durante aquella dificultad invernal. Todos compartían alimentos, abrigo e incluso juegos para hacer más llevadera la situación.

Finalmente, cuando la nieve comenzó a derretirse y los caminos quedaron despejados gracias al esfuerzo conjunto de todos los habitantes del pueblo, organizaron una gran fiesta para celebrar la llegada de la primavera. Lola estaba feliz viendo cómo las personas se ayudaban mutuamente sin importar las diferencias que pudieran tener.

"Gracias por enseñarnos el valor de la solidaridad", le dijo uno de los vecinos mientras le daba un fuerte abrazo.

Desde ese día en adelante, Lola supo que siempre podía contar con sus amigos animals: el gato blanco y el caballo blanco; juntos habían demostrado que cuando trabajamos juntos por un bien común podemos superar cualquier adversidad que se nos presente. Y así fue como aquel invierno difícil se convirtió en una hermosa historia llena de amor y solidaridad en aquel pequeño pueblo rodeado de montañas.

FIN.

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