Lola y las 5 R



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Lola, una niña curiosa y llena de energía, se encontraba en el parque jugando con su perro, Rocco. Mientras corría tras su mejor amigo, vio un montón de basura tirada cerca de un árbol.

"¡Rocco, mira! Cuánta basura hay aquí", dijo Lola, preocupada.

Decidió acercarse y vio que había botellas de plástico, papeles, envoltorios, y hasta algunas latas. Lola pensó que no era justo para el árbol, ni para los animales que vivían en el parque. Justo en ese momento, apareció su amigo Gustavo, que también estaba paseando a su perro.

"¡Hola, Lola! ¿Qué te pasa?" - preguntó Gustavo al ver su rostro triste.

"Mirá toda esta basura... No entiendo por qué no la recogen. ¡Es un desastre!" - contestó Lola indignada.

Gustavo sonrió y dijo:

"Tal vez podríamos hacer algo al respecto. ¿Sabías que hay una manera de lidiar con la basura? Se llama las 5 R: Reducir, Reutilizar, Reciclar, Recuperar y Reeducar."

Intrigada, Lola le preguntó:

"¿Y cuáles son esas 5 R?"

Gustavo se sentó en el pasto y le explicó:

"Reducir significa comprar menos cosas, reutilizar es darle un nuevo uso a las cosas, reciclar es separar los materiales para que se puedan transformar en nuevos productos, recuperar es aprovechar lo que ya no se usa y, por último, reeducar es enseñar a otros a cuidar el entorno."

Lola asintió, entusiasmada.

"¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo empezamos?"

Gustavo, con una chispa en los ojos, sugirió:

"Podríamos hacer una limpieza del parque. Y podemos invitar a nuestros amigos. ¡Imaginá cuánto podríamos recolectar! Además, podemos hacer carteles para explicarles a todos sobre las 5 R."

"¡Sí! Hagámoslo!" - exclamó Lola.

Entonces, ambos empezaron a organizar la limpieza. Fueron hablando con sus amigos, y cada uno se fue sumando a la causa. Llamaron a Camila, la que siempre dibujaba en clase; a Mateo, que era un experto en hacer carteles deportivos; y a Sofía, quien sabía mucho sobre plantas y animales.

Un par de días después, todos se reunieron en el parque con bolsas de basura y guantes.

"Voy a reducir la cantidad de plástico que uso y reutilizar lo que pueda", dijo Camila mientras recogía botellas.

"Yo voy a reciclar las latas y los papeles", agregó Mateo.

"Y yo voy a recuperar algunas de las cosas que encuentre para hacer algo útil con ellas", añadió Sofía entusiasmada.

Todos se pusieron manos a la obra y, en poco tiempo, el parque comenzó a verse más limpio. Allí estaban, coleccionando objetos y separando lo que podían reciclar. Mientras trabajaban, los niños se dieron cuenta de que podían hacer más que solo limpiar.

Camila empezó a dibujar carteles mientras hablaban sobre la importancia de la 5 R.

"¿Qué les parece si pintamos estos carteles y los ponemos por el parque para que todos lo lean?" - sugirió.

"¡Me encanta la idea!" - exclamó Lola.

Después de horas de trabajo, al finalizar la jornada, todos se sentaron en el césped, admirando su esfuerzo. El lugar se veía completamente diferente. Las risas y la alegría llenaban el ambiente.

Entonces, mientras admiraban su trabajo, Rocco, el perro de Lola, apareció corriendo con algo en la boca. Lo que traía era un viejo juguete.

"¡Miren lo que encontró!" - gritó Lola.

"¡Ese se puede recuperar!" - dijo Sofía mientras lo examinaba.

"Podemos darle una segunda vida, tal vez canjearlo por otra cosa", sugirió Mateo.

Y así, los niños comenzaron a pensar en cómo podrían recuperar esos objetos olvidados que la gente tiraba. Convencieron a sus familiares para que charlaran sobre la importancia del cuidado del medio ambiente.

Poco a poco, el parque se convirtió en un lugar de aprendizaje, donde la comunidad empezó a hablar de las 5 R, y comenzaron a ponerlas en práctica no solo en el parque, sino también en sus casas.

"Estoy muy feliz de que hayamos comenzado este cambio" - le dijo Lola a Gustavo mientras regresaban a casa.

"¡Sí! Y eso fue solo el comienzo. Quiero seguir aprendiendo y enseñando más sobre esto. ¡Podemos hacer otro evento el próximo mes!"

Todos estuvieron de acuerdo. Habían comenzado una pequeña revolución en su comunidad, sólo con el interés de un par de amigos y, sobre todo, con las 5 R como su guía.

Así, Lola, Gustavo y su grupo se convirtieron en defensores del medio ambiente en su barrio. No solo recolectaron basura, sino que, con cada actividad, dejaron una semilla de concientización en cada persona que pasaba por el parque.

Años después, Lola se convirtió en una gran activista ambiental, siempre recordando el día en que un simple paseo en el parque la llevó a descubrir la belleza de cuidar la Tierra, gracias a las 5 R y a sus amigos.

Y así, en cada rincón del parque, siempre se podían ver carteles recordando a todos: “Reducir, Reutilizar, Reciclar, Recuperar y Reeducar”.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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