Lola y las deliciosas lecciones



Había una vez una cobaya llamada Lola que vivía en una granja junto a muchos animales. A diferencia de los demás, Lola tenía un apetito voraz y le encantaba comer de todo.

No había alimento que se le resistiera, desde zanahorias hasta manzanas, pasando por hojas verdes y granos. Un día soleado, mientras Lola paseaba por el jardín, encontró un árbol frutal lleno de deliciosas cerezas rojas.

Sin pensarlo dos veces, se subió al árbol y comenzó a devorarlas sin parar. Pero lo que no sabía Lola era que las cerezas estaban fermentadas y tenían un efecto embriagador. Lola empezó a sentirse mareada y desorientada. Tropezaba con sus patitas y no podía caminar derecho.

Los demás animales de la granja la miraban asustados mientras ella intentaba dar vueltas en círculos. La situación era muy divertida para ellos, pero también preocupante.

La señora Marta, la dueña de la granja, vio a Lola en ese estado y corrió hacia ella para ayudarla. Con mucho cuidado, la tomó entre sus manos y la llevó a su casa. "Oh querida Lola, ¿qué te ha pasado?", preguntó preocupada la señora Marta. "Creo...

creo que comí muchas cerezas... ", respondió Lola con voz tambaleante. "Las cerezas del árbol frutal están fermentadas", explicó la señora Marta mientras acariciaba suavemente a Lola. "¡Lo siento mucho! No sabía lo que iba a pasar", dijo triste Lola.

La señora Marta le dio un poco de agua para que se hidratara y la dejó descansar en su camita. Durante toda la noche, Lola tuvo pesadillas y se sentía muy arrepentida por lo que había hecho.

Al amanecer, cuando Lola despertó, vio a la señora Marta frente a ella con una sonrisa en el rostro. "Lola, quiero enseñarte algo importante", dijo la señora Marta mientras sostenía un libro. "¿Qué es?", preguntó Lola curiosa.

"Este libro tiene información sobre los alimentos que puedes comer y los que debes evitar", explicó la señora Marta. "Pero... ¿por qué? Yo solo quería probar cosas nuevas", respondió Lola tristemente.

La señora Marta le explicó a Lola que era importante conocer los alimentos adecuados para cada especie y cómo prepararlos correctamente. Le mostró imágenes de frutas, verduras y granos saludables para las cobayas y le explicó por qué no podía comer cualquier cosa que encontrara.

Lola entendió el mensaje de la señora Marta y prometió ser más cuidadosa con su alimentación. Desde ese día, comenzaron juntas una aventura culinaria donde investigaban sobre los mejores alimentos para cobayas e incluso plantaron un pequeño huerto en la granja lleno de deliciosas zanahorias, pepinos y pimientos.

Poco a poco, Lola fue aprendiendo a elegir sus alimentos sabiamente y disfrutar de comidas nutritivas. Ya no tenía esa ansiedad por probar todo lo que veía sin saber si era seguro o no.

Además, compartió sus conocimientos con los demás animales de la granja, quienes también aprendieron a cuidar su alimentación. Lola se convirtió en una inspiración para todos los animales de la granja.

Aprendieron que es importante conocer y respetar nuestras necesidades alimenticias para mantenernos sanos y fuertes. Desde ese día, Lola se sintió feliz y orgullosa de haber aprendido esa valiosa lección.

Y así, Lola vivió muchos años más en la granja, disfrutando de una vida llena de aventuras culinarias saludables junto a sus amigos animales. Y cada vez que veía un árbol lleno de cerezas, recordaba aquella experiencia y sonreía sabiendo que había aprendido a esagarrar con sabiduría lo que comía.

FIN.

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