Lola y las gallinas valientes



Lola era una niña curiosa y valiente, pero tenía un gran miedo que la atormentaba desde pequeña: ¡las gallinas! Sí, esas aves con plumas y picos le provocaban escalofríos cada vez que se acercaban a ella.

A pesar de esto, su abuela siempre intentaba ayudarla a superar ese temor. Un día soleado, mientras Lola estaba en la granja con su abuela, vieron a las gallinas correteando por el patio.

Lola se agarró fuertemente de la mano de su abuela y se escondió detrás de ella. La abuelita sonrió cariñosamente y le dijo:"Lolita, ¿por qué tienes tanto miedo de las gallinas? Son animales inofensivos que solo quieren picotear maíz y cacarear alegremente".

Lola asintió tímidamente, pero no podía evitar sentirse nerviosa ante las aves. Su abuela tuvo entonces una brillante idea para ayudar a su nieta a vencer ese miedo. "Hoy vamos a hacer algo especial", anunció la abuelita con entusiasmo.

"Vamos a pintar dibujos de gallinas juntas". Los ojos de Lola se iluminaron ante la propuesta. Ambas se sentaron en una mesa con hojas blancas y lápices de colores.

La abuela comenzó a dibujar una gallina grande y redonda, mientras le explicaba a Lola todas las partes del animal: el pico amarillo, las plumas marrones y blancas, las patitas rosadas. "Ahora te toca a ti", dijo la abuelita entregándole un lápiz azul a Lola.

Concentrada, Lola empezó a dibujar su propia versión de una gallina. Poco a poco, fue perdiendo el miedo mientras coloreaba el papel con trazos firmes y decididos. Cuando terminaron sus obras maestras, las pegaron en la heladera con imanes coloridos.

Desde ese día, Lola empezó a mirar las gallinas con otros ojos. Ya no les tenía tanto temor como antes; al contrario, cada vez que veía una recordaba aquel divertido momento junto a su abuela pintando dibujos juntas.

Con el tiempo, Lola dejó atrás por completo su miedo irracional hacia las gallinas gracias al amor y paciencia de su querida abuelita. Ahora podía pasear libremente por la granja sin preocupaciones ni sustos innecesarios.

Y así fue como aquella niña valiente aprendió que enfrentando nuestros temores más profundos podemos descubrir nuevas pasiones e intereses que nos llenan el corazón de alegría y superación personal.

FIN.

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