Lola y los arquitectos del cambio
En un barrio marginal de la ciudad de Barranquilla, había un grupo de jóvenes que solían pasar sus días tirando piedras cada vez que llovía.
No sabían por qué lo hacían, simplemente era algo que habían aprendido de otros chicos del barrio y seguían haciéndolo sin cuestionarse. Un día, llegó al barrio una nueva vecina llamada Lola. Era una niña curiosa y valiente que no tenía miedo a nada.
Desde su ventana observaba a los jóvenes lanzando piedras y se preguntaba por qué lo hacían. Decidió acercarse a ellos para averiguarlo. Al llegar al grupo, los jóvenes la miraron con desconfianza.
Pero Lola, con una sonrisa en el rostro, les preguntó: "¿Por qué tiran piedras cuando llueve?". Los chicos se encogieron de hombros y uno de ellos respondió: "No sé, es lo que siempre hemos hecho". Lola les propuso hacer algo diferente esa tarde en lugar de tirar piedras.
Les sugirió construir juntos un refugio para protegerse de la lluvia y así evitar dañar las casas con las piedras. Los jóvenes dudaron al principio, pero la energía positiva y el entusiasmo de Lola los contagiaron.
Comenzaron a recolectar ramas, hojas y cartones para construir el refugio. Trabajaron juntos como un equipo, riendo y divirtiéndose mientras colaboraban en el proyecto. Cuando terminaron, se sentaron dentro del refugio improvisado y observaron cómo la lluvia caía afuera sin necesidad de lanzar piedras.
Se sintieron orgullosos de haber logrado algo positivo juntos. De repente, uno de los chicos dijo: "-¡Esto es mucho mejor que tirar piedras! ¡Gracias Lola por enseñarnos algo nuevo!" Los demás asintieron emocionados.
Desde ese día, los jóvenes del barrio ya no tiraban piedras cuando llovía. En su lugar, se dedicaban a construir refugios temporales para protegerse ellos mismos y ayudar a sus vecinos.
La llegada de Lola había cambiado la dinámica del barrio marginal, demostrando que con creatividad y trabajo en equipo se pueden transformar las acciones negativas en oportunidades para crecer juntos.
Y así fue cómo aquel lugar oscuro e inseguro se convirtió en un espacio donde florecía la solidaridad y el compañerismo gracias a una niña valiente llamada Lola.
FIN.