Lola y los malvaviscos mágicos


Había una vez una niña llamada Lola, que siempre estaba llena de curiosidad y ganas de descubrir cosas nuevas.

Desde muy pequeña, le encantaba experimentar con todo lo que encontraba a su alrededor, ya sea mezclando colores en la pintura o investigando cómo funcionaban los juguetes. Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Lola vio a su familia preparando una barbacoa.

La niña se acercó con curiosidad y preguntó:- ¿Qué están haciendo? Su mamá sonrió y le explicó:- Estamos preparando un asado para disfrutar en familia. ¿Quieres ayudarnos? Lola asintió emocionada y se puso manos a la obra. Mientras todos cocinaban la carne en la parrilla, ella observaba atentamente cada paso.

De repente, tuvo una idea brillante:- ¿Y si probamos a hacer malvaviscos asados? ¡Seguro que quedan deliciosos! Todos se sorprendieron por la ocurrencia de Lola, pero decidieron probar.

La niña tomó unos malvaviscos y los colocó con cuidado sobre las brasas. Pronto, el dulce comenzó a derretirse y adquirir un color dorado. Cuando los sacaron y probaron, descubrieron que los malvaviscos asados eran exquisitos. Todos rieron y compartieron ese momento especial en familia.

- ¡Lola, eres toda una inventora! -exclamó su papá orgulloso. Desde ese día, Lola siguió experimentando con nuevos sabores e ingredientes en sus comidas. Su familia siempre la apoyaba y disfrutaba de sus creaciones culinarias llenas de alegría.

Gracias a su curiosidad y creatividad, Lola aprendió que no hay límites para la imaginación cuando se trata de explorar el mundo que nos rodea.

Y así, cada día se convertía en una nueva aventura llena de descubrimientos y momentos inolvidables junto a su amada familia.

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