Lola y su fiel amigo


Había una vez una niña llamada Lola que vivía en un pequeño pueblo cerca de Buenos Aires. Lola era una niña curiosa y aventurera, siempre buscando nuevas emociones en su día a día.

Un día, mientras paseaba por el parque cercano a su casa, algo llamó su atención. Lola vio a lo lejos un perro solitario y triste sentado en uno de los bancos del parque.

Sin pensarlo dos veces, se acercó al perro para ver si estaba bien. El animal amigo movió la cola tímidamente cuando Lola se le acercó. -¡Hola! ¿Estás perdido? -preguntó Lola con ternura. El perro la miró con sus ojitos tristes y parecía asentir con la cabeza. Parecía necesitar ayuda.

-No te preocupes, amiguito. ¡Voy a cuidarte! -dijo Lola decidida. Lola llevó al perrito abandonado a su casa y lo alimentó con un poco de comida para perros que tenía guardada en su despensa.

Después de comer, el perro se sintió más animado y empezaron a jugar juntos en el jardín trasero. Lola decidió llamarlo —"Bruno"  porque le recordaba al personaje principal de uno de sus cuentos favoritos.

Bruno era muy juguetón y cariñoso; rápidamente se convirtió en el mejor amigo de Lola. Los días pasaban y Bruno seguía viviendo felizmente junto a Lola y su familia.

Pero un día, cuando fueron al veterinario para hacerle una revisión médica rutinaria, recibieron una noticia inesperada: Bruno tenía problemas en las patitas traseras y necesitaba una cirugía para poder caminar bien. Lola y su familia se preocuparon mucho por Bruno, pero sabían que harían todo lo posible para ayudarlo.

Organizaron una kermesse en el pueblo para recaudar fondos y así cubrir los gastos de la operación de Bruno. El día de la kermesse llegó y todos los vecinos del pueblo se unieron para apoyar a Lola y a Bruno.

Hubo juegos, rifas y hasta un show de payasos. La gente donó dinero generosamente porque querían ver a Bruno recuperarse. Finalmente, gracias al amor y la solidaridad de todos, se logró reunir el dinero necesario para la operación de Bruno.

El veterinario realizó la cirugía con éxito y poco a poco, Bruno comenzó su proceso de rehabilitación. Lola estuvo siempre al lado de su amigo animal durante toda su recuperación.

Juntos hicieron ejercicios especiales, fueron a terapia física canina e incluso aprendieron algunos trucos nuevos. Después de varios meses, Bruno logró caminar nuevamente sin problemas. ¡Estaba completamente curado! Lola estaba muy feliz por él; había sido un largo camino lleno de obstáculos, pero juntos habían superado cada uno.

Hoy en día, Lola sigue paseando con Bruno por el parque donde se conocieron. Pero ahora no solo juegan ellos dos solos: muchos otros niños del pueblo también se suman a las aventuras con sus mascotas rescatadas.

La historia inspiradora de Lola y Bruno enseñó a todos que es importante cuidar y proteger a los animales abandonados. Además, demostraron que cuando nos unimos como comunidad podemos hacer cosas maravillosas y ayudar a los más necesitados.

Y así, Lola y Bruno vivieron felices para siempre, recordando siempre su increíble historia de amor y amistad.

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