Lola y sus nuevos amigos



Había una vez una niña llamada Lola, quien tenía un pequeño problema: ¡tenía piojos en su cabeza! Los bichitos se habían instalado allí y no querían irse.

A pesar de que Lola intentaba deshacerse de ellos con todos los remedios caseros que encontraba, parecía ser una tarea imposible. Lola iba a la escuela como siempre, pero notaba que sus compañeros evitaban estar cerca de ella.

Todos decían cosas como "¡Ew, Lola tiene piojos!" o "No te acerques a ella, podría contagiarte". Esto entristeció mucho a Lola porque ya no tenía amigos con quienes jugar durante el recreo.

Un día, mientras caminaba triste por el patio de la escuela, vio a un grupo de niños riendo y divirtiéndose juntos. Se acercó tímidamente y preguntó si podía unirse a ellos. - Hola chicos, ¿puedo jugar con ustedes? - preguntó Lola esperanzada.

Los niños se miraron entre sí y uno de ellos respondió: "- Claro que sí, pero primero tienes que deshacerte de esos bichitos". Lola bajó la cabeza tristemente y les explicó cómo había intentado deshacerse de los piojos sin éxito. Los niños se apiadaron al verla tan triste y decidieron ayudarla.

Uno de los niños sugirió buscar en internet algún remedio efectivo para eliminar los piojos. Todos se pusieron manos a la obra e investigaron sobre diferentes métodos naturales para acabar con el problema.

Después de leer muchas páginas web y ver algunos videos instructivos, encontraron un remedio que parecía prometedor: vinagre de manzana. Según decían, el olor del vinagre alejaría a los piojos y ayudaría a eliminarlos.

Al día siguiente, los niños se reunieron en la casa de Lola con botellas de vinagre de manzana y comenzaron el tratamiento. Todos estaban dispuestos a ayudarla y ser solidarios. Día tras día, aplicaron el vinagre en el cabello de Lola y peinaron meticulosamente para eliminar cualquier rastro de piojos.

Aunque llevó tiempo y paciencia, poco a poco los bichitos fueron desapareciendo. Cuando finalmente Lola se libró por completo de los molestos piojos, sus compañeros celebraron su victoria con una gran fiesta sorpresa.

Todos le dieron abrazos y besos para demostrar que ya no había ningún problema en estar cerca de ella. A partir de ese momento, Lola aprendió una valiosa lección: nunca juzgar a alguien por su apariencia o problemas temporales.

Además, descubrió que la amistad verdadera va más allá de las circunstancias difíciles. Desde entonces, Lola fue una niña feliz rodeada siempre por amigos leales que valoraban su cariño y personalidad más que cualquier pequeño contratiempo temporal.

Y así termina esta historia llena de enseñanzas sobre la importancia del apoyo mutuo y la generosidad entre amigos.

FIN.

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