Lolita y la Flauta Encantada
Había una vez, en una pradera hermosa del campo argentino, una niña llamada Lolita. Era muy hermosa y siempre llevaba un vestido colorido con flores, y tenía el cabello largo y rizado como el sol de la mañana.
Lolita era una niña aventurera y curiosa. Siempre estaba buscando algo emocionante que hacer. Un día soleado, mientras caminaba por la pradera, vio a lo lejos un caballito corriendo desesperado. - ¡Oh no! - exclamó Lolita preocupada -.
¿Por qué ese caballito corre tanto? Decidida a ayudar, Lolita comenzó a seguir al caballo hasta llegar a un viejo molino abandonado. Allí encontró al dueño del caballo, Don Alfredo, quien se veía muy triste.
- ¿Qué te sucede? - preguntó Lolita amablemente. Don Alfredo suspiró y dijo: "Mi querido caballo Panchito ha perdido su brújula mágica. Sin ella, no podemos encontrar nuestro camino de regreso a casa". Lolita se ofreció para ayudarlos.
Juntos buscaron por todo el molino en busca de la brújula mágica perdida. Pero no importaba cuánto buscaran, simplemente no lograban encontrarla. De repente, escucharon un ruido proveniente del establo cercano.
Se acercaron cautelosamente y descubrieron que los animales estaban teniendo problemas para comunicarse entre sí. - ¡Es la brújula mágica! - exclamó Lolita emocionada -. Hace que todos los sonidos sean incomprensibles. Con determinación, Lolita decidió usar su ingenio para resolver el problema.
Recordó que su abuelo solía contarle historias sobre cómo los animales del campo se comunicaban a través de la música. - Creo que si encontramos una melodía especial, los sonidos volverán a ser claros - dijo Lolita con entusiasmo.
Junto a Don Alfredo y Panchito, Lolita comenzó a tocar una hermosa canción en su flauta. Poco a poco, los animales dejaron de hacer ruidos extraños y comenzaron a cantar al unísono. - ¡Lo logramos! - exclamó Lolita emocionada -.
Hemos encontrado la manera de comunicarnos nuevamente. Don Alfredo estaba muy feliz y le dio las gracias a Lolita por su valiosa ayuda. Juntos, montaron en Panchito y siguieron el camino correcto hacia casa.
A medida que avanzaban por la pradera, Lolita se dio cuenta de lo importante que es ayudar a los demás y nunca rendirse frente a los desafíos. Aprendió que incluso las cosas más pequeñas pueden tener un gran impacto en nuestras vidas.
Desde ese día en adelante, Lolita siempre llevaba consigo una flauta mágica para ayudar cuando alguien necesitara encontrar su voz perdida. Y así, con sus aventuras llenas de amistad y valentía, Lolita se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los niños del campo argentino.
FIN.