Lolo y su universo en el bolsillo



En el Jardín de Infantes Arcoíris, Lolo era toda una celebridad. Con solo cinco años, aquel niño de cabello lacio y ojos curiosos, sabía sumar antes de contar hasta diez y podía recitar los planetas en orden como si fueran viejos amigos.

Un día soleado, la maestra Sofía decidió que era hora de una excursión al parque. Todos los chicos estaban emocionados, pero Lolo tenía algo más en mente. Se acercó a sus amigos, Valen y Mia, con una gran sonrisa.

"¿Sabían que el sistema solar cabe en mi bolsillo?" - fue lo que les dijo.

"¿Cómo puede ser?" - preguntó Valen, admirado.

"Lo guardé en un dibujo, miren!" - exclamó Lolo, sacando su cuaderno de dibujos.

Los amigos se acercaron y observaron cada planeta dibujado con colores brillantes.

"¿Y cómo podemos llevarlo al parque?" - preguntó Mia, intrigada.

"¡Fácil! Lo llevaremos en nuestras cabezas" - dijo Lolo.

"Podemos contar cuántas veces giramos alrededor del sol mientras jugamos a las escondidas!" - agregó Lolo.

Y así comenzó la aventura. Mientras caminaban hacia el parque, Lolo les contaba sobre cada planeta:

"Mercurio es el más cercano al sol y muy caliente, pero Venus es aún más loco, es el más brillante y tiene nubes de ácido!"

Los amigos se reían y preguntaban, y Lolo respondía, guiándolos por un espacio lleno de imaginación. Cuando llegaron al parque, se encontraron con un viejo árbol que parecía un gigante guardián. Lolo miró hacia arriba y dijo:

"¡Este puede ser nuestro sol!"

"Y nos podemos esconder detrás de él, como si fuéramos planetas orbitando alrededor!" - sugirió Valen.

Así, los niños improvisaron un juego donde cada uno representaba un planeta del sistema solar. Lolo, por supuesto, se convirtió en el sol.

"¡Soy el centro de todo! ¡Empiecen a girar!" - ordenó.

Cada vez que un niño giraba, Lolo contaba:

"Uno, dos, tres… Ahora júpiter se esconde, ¡a contar hasta diez!"

Mientras giraban y contaban, se dio cuenta de que no solo estaban jugando, sino que aprendían el uno del otro. Pronto, todos querían compartir lo que sabían de sus propios planetas favoritos.

Pasaron las horas volando. Sin embargo, la tarde comenzaba a declinar y Lolo se dio cuenta que era hora de regresar al jardín. "No se olviden de contar las estrellas esta noche y pensar en sus planetas!"

Mia sonrió y dijo:

"Y si me pierdo, ¡seguiré la luz de Venus!"

Mientras volvían, un fuerte viento sopló y Lolo sintió que algo se movía en su bolsillo. Era un pequeño holograma de su dibujo del sistema solar, ¡estaba brillando!"Miren!" - exclamó asombrado.

Valen y Mia se acercaron y, lo que parecía un simple dibujo ahora proyectaba imágenes de los planetas en el aire.

"¿Cómo hiciste eso?" - preguntaron, boquiabiertos.

"No tengo idea, pero parece que el universo realmente está aquí con nosotros" - dijo Lolo, maravillado.

Regresaron al jardín, y la maestra Sofía los recibió con los brazos abiertos. Con un brillo en los ojos, Lolo compartió su descubrimiento.

"¡El universo cabe en nuestro corazón y en nuestra imaginación!" - afirmó con entusiasmo.

"Así que siempre lo llevaremos con nosotros, ¿no?"

FIN.

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