Lorenzo y Sus Berrinches Mágicos
Había una vez en un colorido vecindario, un bebé llamado Lorenzo. Lorenzo era un niño encantador con una risa contagiosa, pero también tenía una peculiaridad: de vez en cuando, ¡hacía unos berrinches traviesos que podían sonar como truenos!
Un día caluroso, su mamá decidió llevarlo al parque. Antes de salir, le dijo:
"Lorenzo, hoy vamos a jugar con tus amigos. Recuerda traer tu pelotita para pasar un buen rato."
Lorenzo, emocionado, salió corriendo a buscar su pelota. Sin embargo, se distrajo al ver sus juguetes favoritos desparramados por el suelo. Lo que tenía que ser una rápida búsqueda se convirtió en un mar de almohadas y muñecos.
"¡Mamá, no encuentro mi pelota!" - gritó Lorenzo, saltando sobre los juguetes. Su mamá lo buscó un momento y al ver que Lorenzo no paraba de jugar, le dijo con una sonrisa:
"Podés jugar un ratito más, pero no te olvides de la pelota, que vamos a salir muy pronto."
Pero Lorenzo, al escuchar la palabra —"salir" , recordó que tenía miedo de perder la oportunidad de jugar en el parque. Entonces, decidió mostrar su frustración.
"¡No quiero! ¡No voy a salir!" - gritó y se tiró al suelo pateando con fuerza.
La madre de Lorenzo se arrodilló a su lado.
"Lorenzo, entiendo que no quieras ir, pero en el parque van a estar tus amigos y hay un tobogán gigante. ¿No querés jugar con ellos?"
Lorenzo, al escuchar la palabra "tobogán", sintió que un pequeño destello de emoción iluminaba su interior. Pero, al mismo tiempo, seguía enojado. Entonces, entre llantos, dijo:
"¡Quiero jugar aquí!"
La madre de Lorenzo pensó un momento y luego compartió su idea.
"Bueno, pero, ¿y si hacemos un trato? Si encontrás tu pelota y vamos juntos al parque, prometo que jugaremos un juego especial en el tobogán, el 'Juego de Aventuras' donde somos piratas buscando tesoros. ¿Te suena eso?"
Lorenzo dejó de llorar por un instante. La idea de ser un valiente pirata sonaba divertida. Así que se levantó rápido.
"¡Sí! Encontraré mi pelota, y luego ¡seremos piratas!" - dijo con una gran sonrisa.
Lorenzo comenzó a buscar y en cuestión de minutos, ¡ahí estaba su pelota, escondida detrás de un almohadón!"¡La encontré!" - gritó con entusiasmo.
Su mamá aplaudió y ambos salieron al parque. Cuando llegaron, Lorenzo se olvidó por completo de su enojo y corrió directamente hacia los columpios. Allí estaban sus amigos, Julia y Mateo, riendo y jugando.
"¡Hola, Lorenzo! ¡Vení a jugar!" - lo llamaron.
Lorenzo se unió a ellos y, en cuestión de minutos, estaban todos riendo y corriendo por el parque. Luego llegó el momento de jugar en el tobogán.
"¡Ahora somos piratas buscando tesoros!" - exclamó Lorenzo mientras subía.
Bajaron del tobogán imaginando que eran valientes aventureros navegando por un mar lleno de sorpresas. Cada vez que bajaban, gritaban de emoción, felices de haber dejado atrás los berrinches.
Al final del día, mientras regresaban a casa, Lorenzo abrazó a su mamá y le dijo:
"Mamá, gracias por ser mi compañera de piratas. ¡El parque fue genial!"
"Siempre estoy aquí para ayudarte a encontrar la diversión, Lorenzo, y recordar que a veces podemos sentirnos frustrados, pero siempre hay algo emocionante esperándonos."
Desde aquel día, cada vez que Lorenzo sentía un berrinche acercándose, pensaba en su aventura pirata y cómo sus amigos lo esperaban. Y así, aunque a veces se dejaba llevar, siempre encontraba una forma de transformarlo en risa y alegría.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.