Los 100 Amigos de Pablo



En un pequeño pueblo llamado Sonrisas, vivía un niño llamado Pablo. Era un niño muy curioso y aventurero, siempre en busca de nuevas experiencias. Un día, mientras paseaba por el bosque, se encontró con una belleza inesperada: un árbol gigante, tan alto que parecía tocar el cielo. En sus ramas había un cartel que decía:

"¡Bienvenidos al Club de los 100 Amigos!"

Intrigado, Pablo decidió trepar el árbol. Al llegar a una de las ramas más altas, encontró a un grupo de 10 animales conversando animadamente.

"Hola, soy Pablo. ¿Qué es esto del Club de los 100 Amigos?" - preguntó.

"Hola, Pablo. Somos el Club de los 10 Amigos por ahora. Pero estamos buscando más amigos para alcanzar los 100. ¡Es muy divertido!" - dijo una ardilla llamada Rocco mientras brincaba de rama en rama.

Pablo, emocionado, decidió ayudarlos en su misión. Comenzaron a planear una gran fiesta en el bosque y prometieron que, si lograban reunir a 100 amigos, habría juegos, comida y muchas sorpresas.

"¡Vamos a invitar a todos los animales del bosque!" - propuso una tortuga llamativa llamada Tula.

Y así, se pusieron manos a la obra. En las semanas siguientes, Pablo y sus nuevos amigos hicieron carteles coloridos y los colocaron por todo el bosque. Al principio, solo se sumaron unos pocos amigos: un conejo que traía 8 amigos más y un zorro que trajo otros 6.

"¡Ya somos 34!" - exclamó Tula, contando en una hoja grande.

A medida que la fecha de la fiesta se acercaba, comenzaron a ocurrir cosas inesperadas. Un día, cuando estaban contando quiénes asistirían, notaron que la lechuza Oliva contaba a prisa.

"¡Esperen! ¡Yo conozco a 15 pájaros que pueden unirse!" - dijo, volando emocionada.

"¡Perfecto!" - respondió Pablo, también entusiasmado. "Eso nos llevará a 49. ¡Casi a la mitad!"

Una luna brillante les daba energía para seguir trabajando y los animales comenzaron hacer las decoraciones. Pero en el último momento, se dieron cuenta de que había una tormenta acercándose.

"¿Y ahora qué hacemos?" - preguntó Rocco, preocupado.

"Nos quedaremos en el árbol grande hasta que pase la lluvia. Así podemos seguir contando a los amigos que vengan" - sugirió Tula, tratando de mantener el ánimo.

La tormenta llegó y Pablo, Rocco, Tula y los demás se acurrucaron en el hueco del árbol. Cuando el sol volvió a brillar, el aire fresco trajo consigo buenas nuevas: más animales llegaron a la fiesta. Durante la espera, Pablo les había contado historias y juegos y su número aumentó rápidamente.

"¡Miren a todos esos amigos que vienen!" - gritó Tula mientras contaba hasta 60.

De pronto, un pequeño ciervo apareció con una enorme cola de 20 mariposas.

"¿Bailamos?" - preguntó una mariposa que había escuchado la música de la fiesta.

Se presentó la oportunidad de tener 100 amigos justo en ese instante. Entonces, Pablo se dio cuenta de que no sólo era una fiesta con comida y juegos, sino la celebración de la amistad y la unidad.

"¡Pongámonos todos en círculo!" - gritó Pablo mientras contaba hasta 100.

Y así fue como todos comenzaron a bailar, jugar y celebrar la magia de ser parte de un gran grupo, donde nadie se sentía solo. La fiesta fue un verdadero éxito, llena de risas y felicidad.

Al final del día, Pablo miró a su alrededor y dijo:

"No es sólo la cantidad de amigos que tenemos, sino los momentos que compartimos juntos lo que realmente cuenta. ¡Hoy aprendí que cada número suma algo especial en la vida!"

FIN.

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