Los 5 hijos de Edesmith



En un pequeño pueblo lleno de magia y aventuras, vivía Edesmith, un inventor extraordinario que tenía cinco hijos: Lía, Simón, Tino, Nía y Max. Cada uno tenía un talento especial que lo hacía único. Lía era una artista, Simón un gran soñador, Tino un aventurero, Nía una lectora apasionada y Max un ingeniero talentoso.

Un día, Edesmith decidió que había llegado el momento de crear algo increíble, algo que pudiera ayudar a su comunidad. "Chicos, tengo una idea", dijo Edesmith con una sonrisa. "¡Vamos a construir un puente mágico que conecte nuestro pueblo con el bosque encantado!".

"¡Eso suena genial!", exclamó Simón.

"¿Qué necesitamos para hacerlo?", preguntó Nía, emocionada.

"Necesitamos materiales, pero también un plan", añadió Tino con su espíritu aventurero.

- “No puedo esperar a dibujar cómo será”, dijo Lía, mientras ya imaginaba el diseño del puente.

- “Y yo me encargaré de que sea muy seguro”, aseguró Max, tomando notas en su cuaderno.

Con mucha alegría, los cinco comenzaron a trabajar en la construcción del puente. Cada uno contribuyó con su talento: Lía pintó murales en las columnas del puente, Simón escribió una hermosa poesía que contarían los animales sobre la belleza del lugar, Tino reunió herramientas y materiales del bosque, Nía investigó sobre los mejores métodos de construcción en los libros, y Max diseñó la estructura para que fuera resistente.

Un día, mientras estaban en plena construcción, un gran viento sopló y arrastró un boceto de Lía.

"¡No!", gritó Lía, corriendo tras su dibujo. Pero cuando llegó al borde del bosque, encontró un misterioso mapa antiguo.

"¡Chicos, miren esto!", gritó Lía. Todos se reunieron.

"¿Qué es?", preguntó Tino.

"Parece un mapa del tesoro que lleva a un lugar mágico en el bosque", explicó Nía.

"Podríamos encontrar materiales especiales para el puente!", sugirió Simón.

"¿Y si lo seguimos?", propuso Max, con su mente ingeniosa.

Así, decidieron, tras un breve debate, seguir el mapa. Cada uno con nuevas ideas sobre lo que podrían encontrar, recorrieron el bosque, enfrentando leones de cartón y ríos de pintura.

Después de un día completo de aventura, llegaron a un claro donde encontraron un árbol gigante. A sus pies había madera brillante y piedras preciosas.

"¡Increíble!", exclamó Tino. "¡Esto hará nuestro puente aún más especial!".

"Pero, ¿cómo llevaremos todo esto?", cuestionó Nía.

"Puedo construir una carroza con estas maderas”, dijo Max.

"¡Yo puedo decorarla! ”, gritó Lía entusiasmada.

- “Y yo voy a escribir una historia sobre esta aventura”, agregó Simón.

Trabajaron toda la tarde y al caer la noche, lograron llevar todo a casa. Con la nueva madera y piedras preciosas, el puente comenzó a tomar forma. El pueblo entero se maravilló. El día de la inauguración, todos estaban listos para cruzar el puente mágico.

Sin embargo, un fuerte viento volvió a soplar, y el puente tembló.

"¡Ay no!", gritó Tino.

"¿Qué hacemos?", preguntaron los demás.

"¡Debemos unir fuerzas!", gritó Max. "Lía, necesitas hacer dibujos para reforzar la estructura", pidió.

"Simón, tu poema puede dar fuerza y alentar a la gente".

"Nía, busca en los libros estrategias para mejorar la estabilidad".

"Yo puedo ayudar en lo que necesiten", valoró Tino.

Cada uno puso lo mejor de sí, siguiendo el consejo de Max. El puente, con los refuerzos de Lía y el aliento de Simón, se mantuvo firme.

Finalmente, el puente fue cruzado por todos los miembros del pueblo, celebrando una victoria no solo para Edesmith y sus hijos, sino para toda la comunidad. Todos entendieron que, trabajando juntos, podían lograr cosas que parecían imposibles.

Al final del día, Edesmith miró a sus cinco hijos.

"Estoy muy orgulloso de ustedes", les dijo.

"¡Esto es solo el comienzo!", clamó Lía.

"¿Qué habrá más allá del bosque?", preguntó Simón.

"¡Debemos descubrirlo juntos!", sugirió Tino con su espíritu aventurero.

"Y aprenderemos en el camino", agregó Nía.

"Yo aportaré con ideas locas!", terminó Max, riendo.

Desde entonces, los cinco hijos de Edesmith siguieron explorando, creando y, lo más importante, trabajando juntos, sabiendo que su unión los fortalecería para cualquier desafío que se presentara. Y así, el puente mágico no solo conectó dos partes de su mundo, sino que también unió el amor y la creatividad de una familia.

FIN.

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