Los 5 Niños y una Bruja
Era un soleado sábado en la pequeña ciudad de Villaverde. Un grupo de cinco amigos, Sofía, Tomás, Lucho, Ana y Joaquín, decidieron pasar la tarde explorando el bosque cercano. El bosque era mágico, lleno de árboles altos, flores de colores brillantes y, según contaban las leyendas locales, una bruja que vivía en una cabaña oculta entre las sombras.
- ¡Vamos a buscar la cabaña de la bruja! -exclamó Sofía, con una mezcla de emoción y nerviosismo.
- No sé, dicen que es peligrosa -comentó Joaquín, un poco asustado.
- ¡Basta de miedos, será una gran aventura! -dijo Lucho, con determinación.
- Estoy de acuerdo. Además, si la encontramos, tal vez nos muestre algún hechizo -agregó Ana, sonriendo.
Así, los cinco amigos se adentraron en el bosque. Tras un rato de caminata, escucharon un extraño murmullo. Se acercaron y vieron una pequeña cabaña de madera, cubierta de hiedra.
- Ahí está... ¡la cabaña de la bruja! -susurró Tomás, señalando la construcción.
Reuniendo valor, se acercaron y llamaron a la puerta.
- ¡Toc, toc! -dijeron al unísono.
La puerta se abrió lentamente y apareció una mujer mayor con una sonrisa amable.
- ¡Hola, niños! Bienvenidos a mi cabaña. Soy la señora Melinda, la bruja del bosque. -dijo la vieja, con voz suave.
Los niños se miraron entre sí, sorprendidos. No parecía una bruja aterradora, sino alguien acogedora.
- ¿De verdad eres una bruja? -preguntó Lucho, curioso.
- Sí, pero no soy como las brujas de los cuentos. Hago magia para ayudar a la naturaleza. ¿Quieren ver? -respondió Melinda, guiñando un ojo.
Los niños, emocionados, asintieron. Melinda los llevó al jardín que rodeaba su cabaña. Allí había flores y plantas que brillaban de maneras sorprendentes.
- Les mostraré un truco. -dijo Melinda, mientras agitaba su varita hecha de ramas. - ¡Transformate, margarita!
De repente, una margarita se convirtió en una hermosa mariposa. Todos los niños aplaudieron.
- ¡Increíble! -gritó Ana, asombrada. - ¿Podemos aprender a hacer eso?
- Por supuesto, pero primero deben aprender a cuidar la naturaleza -respondió Melinda.
Entonces, la bruja les propuso un desafío.
- Si quieren aprender mis trucos, deben ayudarme a limpiar el bosque de basura. -les dijo.
Los niños no lo dudaron y se pusieron a trabajar. Juntos, recogieron plásticos, latas y papeles, llenando varias bolsas. Entre risas y charlas, se dieron cuenta de cuánto podían hacer si trabajaban en equipo.
Después de un par de horas, el bosque lucía mucho mejor.
- ¡Logramos limpiar un buen tramo! -exclamó Joaquín, satisfecho.
- Muy bien hecho, niños. -dijo Melinda, sonriendo orgullosa. - Ahora, como recompensa, les voy a enseñar un hechizo sencillo.
Todos se reunieron alrededor de Melinda, quienes, con paciencia, les enseñó cómo hacer aparecer pequeñas flores. Al terminar, cada uno tenía un colorido ramo en sus manos.
- ¡Gracias, señora Melinda! -dijeron al unísono los cinco niños.
- Nunca olviden lo importante que es cuidar nuestro hogar, la Tierra. La magia está en cada uno de ustedes cuando respetan y cuidan la naturaleza. -les dijo Melinda, con una mirada sabia.
Los niños prometieron regresar y siempre cuidar del bosque. Con un nuevo propósito en sus corazones, se despidieron de la bruja y volvieron a casa recordando la maravillosa aventura que habían vivido.
Desde ese día, los cinco amigos se convirtieron en defensores del medio ambiente en su comunidad, organizando actividades para limpiar el parque y educar a otros sobre la importancia de cuidar la naturaleza. Y aunque nunca volvieron a ver a Melinda, sabían que su espíritu y enseñanzas siempre estarían con ellos.
FIN.