Los Almuerzos de los Asesores
Una ciudad llena de ruido y movimiento era el hogar de tres asesores: Sofía, Lucas y Nicolás. Cada día, el aroma de la comida de los restaurantes era irresistible para ellos. Las horas de trabajo transcurrían entre consejos y risas, pero el momento que más esperaban era el almuerzo.
"¡No puedo más de tanto pensar en lo rico que va a estar el sándwich de milanesa del bar de la esquina!" - dijo Sofía con los ojos brillando de anticipación.
"Mejor el menú del día del restaurante italiano, ¡tienen una lasaña espectacular!" - respondió Lucas.
"Chicos, siempre comemos afuera. ¿No sería divertido hacer la compra y preparar nuestro propio almuerzo?" - sugirió Nicolás.
Sofía y Lucas lo miraron con sorpresa.
"¿Preparar nuestro almuerzo? Pero no sabemos cocinar, Nicolás!" - exclamó Sofía.
"Por eso mismo es una buena oportunidad. Aprenderemos juntos y será una experiencia divertida." - insistió Nicolás.
Después de un rato de conversaciones, Sofía y Lucas accedieron. Al día siguiente, se reunieron con una lista de compras. A primera hora de la mañana, fueron al mercado. Cada uno eligió el ingrediente que más le gustaba. Sofía eligió tomates frescos, Lucas llevó lechuga, y Nicolás, una bolsa de pan crujiente.
"¡Qué lindo se ve el mercado!" - exclamó Sofía mientras miraba la variedad. "Nunca pensamos en lo divertido que sería venir aquí."
Pero no todo fue tan sencillo. Al regresar a la oficina, empezaron a cocinar en la pequeña cocina del lugar. Las cosas se complicaron cuando Lucas, al intentar freír las milanesas, llenó la cocina de aceite.
"¡Ay, no! ¡Esto está complicado!" - gritó Lucas mientras trataba de evitar un desastroso “baile de milanesa”.
"¡No te preocupes! Este es solo un pequeño caos culinario. Sigue intentándolo!" - alentó Sofía.
Después de varios intentos (y algún que otro accidente, como el momento en el que Nicolás casi quema el pan), finalmente lograron preparar un sándwich de milanesa como ninguno. Al sentarse todos juntos a la mesa, la alegría era palpable.
"¡No puedo creer lo ricas que nos quedaron!" - sonrió Sofía mientras mordía su sándwich.
"¡Y esto no se puede comprar en ningún restaurante!" - agregó Lucas, satisfecho con su obra.
Los tres se sintieron orgullosos no solo de lo que habían cocinado, sino de la experiencia en sí. Habían aprendido a trabajar en equipo, a confiar en cada uno y a disfrutar el proceso. El almuerzo en la oficina se convirtió en un evento esperado cada semana, y empezaron a invitar a sus compañeros a unirse.
Un día, mientras almorzaban, Nicolás sugirió:
"¿Y si hacemos un concurso de recetas entre todos?"
"¡Me encanta la idea! Podríamos votar la más rica y el ganador se queda con un trofeo de cocina."
Así, los almuerzos de los asesores se convirtieron no solo en comidas deliciosas, sino en una tradición de unión, creatividad y aprendizaje. Al final, descubrieron que en la cocina, al igual que en su trabajo, los mejores resultados vienen de la colaboración y de no tener miedo a cometer errores.
Y así, entre risas y sándwiches, Sofía, Lucas y Nicolás continuaron su aventura culinaria, aprendiendo a cocinar, compartiendo recetas y, sobre todo, creando recuerdos inolvidables.
FIN.