Los Alumnos Revoltosos de Palos de la Frontera



Era un hermoso día en Palos de la Frontera y los 24 alumnos de segundo de primaria de la maestra Inma estaban listos para aprender. Pero había un pequeño gran problema: ¡era una clase muy activa y habladora!

La maestra Inma, con su característica sonrisa y paciencia infinita, decidió que era momento de hacer un cambio. "Hoy vamos a descubrir por qué es importante cumplir las normas de la clase!"-. Los alumnos, emocionados y curiosos, comenzaron a murmurar entre ellos.

"¿Qué normas?"- preguntó Lucho, un niño inquieto que siempre estaba buscando una aventura. "Las normas que nos ayudan a trabajar juntos y a aprender mejor"-, explicó Inma con entusiasmo. Pero como siempre, las risas y charlas comenzaron a invadir el aula, y la maestra tuvo que silenciar a sus alumnos.

"Primero, vamos a hacer un juego"-, propuso. "Cada uno de ustedes tendrá que escribir en un papel lo que creen que significa seguir las normas en clase"-. Los alumnos se pusieron a pensar y, tras unos minutos, compartieron sus ideas llenas de creatividad.

"Significa que si hablamos, todos escuchamos"-, dijo Ana con una gran sonrisa. "Y que si alguien se pone de pie, todos lo hacen también"-, agregó Pablo, mientras los demás reían.

La maestra Inma sonrió y agregó otro giro al juego: "Ahora vamos a hacer un experimento. Durante un día completo, si no seguimos ninguna norma, cada uno se llevará un marcador para dibujar en un papel lo que no salió bien. Al finalizar la jornada, veremos quién tendría más marcadores"-. Los chicos aceptaron emocionados.

Y así fue como comenzó el día del experimento. Desde el inicio, los alumnos estaban tan emocionados que comenzaron a hablar al mismo tiempo, a levantarse de sus asientos y a intercambiar dibujos sin prestar atención a la maestra.

Al final del día, Inma reunió a los alumnos. "Ahora contemos quién tuvo más marcadores"-. Todos se miraron entre sí, y lo que comenzó como diversión pronto se convirtió en una gran sorpresa: ¡todos los alumnos tenían un montón de marcadores!"¿Qué les parece esto?"- preguntó Inma, tratando de mantener la seriedad a pesar de las risas. "Pudimos ver que no seguir las normas nos hizo perder oportunidades de aprender. Ahora veamos cómo puede ser un día con normas"-.

Al siguiente día, los alumnos, un poco más concentrados, decidieron participar en el juego de seguir las normas. Al escuchar las explicaciones de Inma sin interrumpir y al ayudar a sus compañeros a compartir, el aula se llenó de ideas creativas y divertidas.

"Estoy aprendiendo mucho más que ayer"-, exclamó Lucho. "Es divertido trabajar en equipo"-, añadió Ana.

Los días pasaron y los estudiantes empezaron a disfrutar de las normas. En lugar de verlas como restricciones, comenzaron a entender que les ayudaban a colaborar y disfrutar juntos del aprendizaje. Se dieron cuenta de que había un tiempo para hablar y un tiempo para escuchar.

Un día, la maestra Inma les anunció: "Chicos, el viernes vamos a tener una obra de teatro en clase. Necesitamos organizarnos y seguir las normas para que salga bien"-. Todos los alumnos se miraron emocionados.

A medida que se acercaba el viernes, organizaron roles, ensayaron y, para su sorpresa, el día de la obra fue espectacular. Los padres de la clase estaban orgullosos de sus hijos y la maestra Inma se sintió muy feliz. "¿Ven lo que se puede lograr siguiendo las normas?"- les preguntó a todos.

"Sí! ¡Aprendimos a trabajar juntos!"- gritó Pablo, y los demás aclamaron de alegría.

Desde entonces, la clase de Inma se volvió un lugar donde las normas eran valoradas y se notaba el crecimiento en sus aprendizajes. La maestra nunca olvidó cómo sus alumnos entendieron que seguir las normas no solo era bueno para ellos, sino también para su comunidad escolar en general. Y así, los pequeños revoltosos de Palos de la Frontera se convirtieron en un grupo armonioso, siempre apoyándose y disfrutando juntos del proceso educativo.

Al aprendizaje no solo se llega con un lápiz y papel, sino también mediante el respeto, la colaboración y sobre todo, la diversión. Y así, la historia de la clase de Inma se convirtió en una hermosa lección: juntos es mejor.

FIN.

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