Los amigos de la montaña


Había una vez una niña llamada Lucía que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Aunque el lugar era hermoso, Lucía se sentía muy sola, ya que no tenía amigos con quienes jugar.

Un día, mientras caminaba por el parque del pueblo, Lucía encontró a un perro callejero. El perro parecía triste y desamparado. Lucía decidió acercarse y acariciar al perro. "Hola amigo, ¿estás perdido?"- le preguntó Lucía al perro.

El perro movió la cola y pareció sonreírle a Lucía. Desde ese momento, decidieron ser amigos inseparables. El perro se llamaba Tobi. Lucía llevó a Tobi a su casa y le pidió permiso a su mamá para quedarse con él.

Su mamá aceptó encantada y desde entonces formaron una linda familia junto a Tobi. La llegada de Tobi llenó de alegría la vida de Lucía.

Juntos salían todos los días a explorar el bosque cercano al pueblo, jugaban en el río y disfrutaban del sol en el prado verde. Un día, mientras estaban en el bosque, escucharon unos ruidos extraños provenientes de un arbusto cercano. Curiosos como eran, decidieron investigar qué estaba pasando.

Para sorpresa de ambos, encontraron a un pequeño búho atrapado entre las ramas del arbusto. El búho se veía asustado y necesitaba ayuda para liberarse. Lucia y Tobi trabajaron juntos para rescatar al búho. "¡Tranquilo, búho! Vamos a sacarte de ahí"- dijo Lucía con determinación.

Después de un rato, lograron liberar al búho y este se posó en el hombro de Lucía como agradecimiento. Desde ese día, el búho llamado Oliver se sumó a la familia y juntos vivieron muchas aventuras.

Con la llegada de Oliver, Lucía ya no se sentía sola. Los tres amigos pasaban los días explorando el bosque, construyendo casitas en los árboles y jugando entre risas y travesuras.

Un día, mientras jugaban cerca del río, escucharon llantos provenientes de un arbusto cercano. Al acercarse encontraron a una niña llamada Sofía que también se sentía muy sola. "Hola Sofía ¿estás bien?"- preguntó preocupada Lucía.

Sofia limpió sus lágrimas y les contó que había perdido su camino mientras caminaba por el bosque. Sin pensarlo dos veces, Lucía le ofreció quedarse con ellos y formar parte de su linda familia. Desde ese día, todos juntos disfrutaron aún más de las aventuras en el bosque.

La soledad desapareció por completo gracias al amor y compañerismo que compartían cada día. Lucía aprendió que aunque uno pueda sentirse solo en algún momento, siempre hay personas dispuestas a brindar amistad y apoyo incondicional.

Juntos descubrieron que la verdadera alegría está en compartir momentos especiales con aquellos que amamos. Y así fue como la historia de Lucía nos enseñó que la soledad puede ser vencida con la llegada de amigos y la formación de una linda familia.

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