Los Amigos de la Oficina



Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un cuaderno de contabilidad llamado Conti que se encargaba de llevar las cuentas de una pequeña empresa familiar.

Conti era muy meticuloso y dedicado a su trabajo, siempre asegurándose de que todo estuviera en orden y equilibrado. Pero un día, durante el cierre de mes en primavera, Conti notó algo extraño. Una página se encontraba rota y arrugada, impidiéndole completar los registros correctamente.

Se sentía triste y preocupado, ya que sabía lo importante que era tener toda la información en orden para ayudar a la empresa a prosperar. "¡Oh no! ¿Qué ha pasado aquí?", exclamó Conti mientras examinaba la página dañada.

El resto de los útiles de oficina que compartían el escritorio con Conti se acercaron para ver qué ocurría. Había una regla llamada Régulo, una goma de borrar llamada Borrini y un lápiz muy afilado llamado Puntito.

"¿Qué sucede, Conti? Pareces preocupado", preguntó Borrini con voz suave. "Una de mis páginas está rota y no puedo completar el cierre del mes correctamente. Me temo que esto traerá problemas a la empresa", respondió Conti con tristeza en sus hojas.

Régulo, siempre positivo y creativo, sugirió: "No te preocupes, Conti. Juntos podemos encontrar una solución. Tal vez podamos pegar la página rota o buscar otra forma de registrar la información".

Puntito asintió emocionado: "¡Sí! ¡Trabajemos juntos para resolver este problema! ¡Somos un gran equipo!". Así fue como los tres útiles de oficina se pusieron manos a la obra.

Régulo utilizó su longitud para medir con precisión dónde debían ir los números faltantes, Borrini ayudó a borrar cualquier error anterior y Puntito escribió con cuidado cada cifra necesaria en la página dañada. Después de mucho esfuerzo y colaboración, lograron completar el registro del mes de primavera de manera impecable. Conti estaba radiante al ver cómo habían superado juntos ese desafío tan grande.

"¡Lo logramos! ¡Gracias por trabajar en equipo y nunca rendirse!", exclamó Conti emocionado.

Desde ese día en adelante, Conti aprendió que incluso cuando las cosas parecen difíciles o rotas, siempre hay una solución si trabajamos juntos y nos apoyamos mutuamente. Y así, el cuaderno continuó llevando las cuentas con más fuerza y determinación que nunca antes.

FIN.

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