Los Amigos de Todos los Días



En un hermoso bosque, cinco animales amigos vivían en perfecta armonía. Cada uno de ellos tenía su propia rutina y, aunque no siempre estaban juntos, sabían que eran parte de un equipo muy especial.

El primero de ellos era Pico, un colorido pájaro que se despertaba con el alba, llenando el cielo de trinos alegres.

"Good morning, bosque!" decía Pico cada día mientras volaba de rama en rama.

El segundo amigo era Rabo, un pequeño conejo que disfrutaba de la mañana buscando tiernas zanahorias entre los arbustos.

"¡Hola, Pico! ¿Quieres acompañarme a buscar zanahorias?" preguntó Rabo emocionado.

"Claro, pero tengo que cantar primero" respondió Pico.

Mientras Pico cantaba, Rabo seguía buscando su desayuno. Pronto, el sol comenzó a calentar el día y se hizo la tarde.

En esa hora, un pez llamado Burbuja nadaba feliz en el estanque. A veces asomaba su cabeza por la superficie y gritaba:

"¡Buenas tardes, amigos!"

Rabo, con su boca llena de zanahoria, le contestaba:

"¡Hola, Burbuja! ¿Cómo está el agua hoy?"

Burbuja sonrió, sabiendo que siempre estaba fresco y divertido.

A medida que el día avanzaba, un perro llamado Max llegó corriendo al bosque, moviendo su cola con alegría.

"¡Buena tarde, amigos! ¿Qué están haciendo?" preguntó Max, sacudiendo su pelaje.

"Estamos hablando de nuestras aventuras del día!" respondió Rabo.

Mientras todos se reunían a la sombra de un gran árbol, comenzaron a contar historias, pero pronto notaron que el día estaba terminando. El cielo se tornaba de un hermoso tono naranja. El último de los amigos en aparecer fue el sabio Búho Don Rufino, que siempre hacía su aparición al caer la noche.

"¡Buenas noches, mis queridos amigos!" dijo Don Rufino desde su rama, con un tono de voz profundo y calmado.

"¡Hola, Don Rufino!" respondieron todos al unísono.

"¿Qué historias han compartido hoy?" preguntó el búho.

Max, emocionado, dijo:

"Hemos hablado de las zanahorias, de lo maravilloso que es el agua y de lo bonito que es compartir tiempo juntos."

Don Rufino asintió con su cabeza y les dio un consejo:

"Nunca olviden que aunque cada uno de nosotros tiene su propio tiempo, siempre podemos encontrar momentos para juntos."

Al caer la noche y después de compartir muchas risas, los amigos se despidieron:

"Goodnight, amigos!" dijo Pico al volar hacia su nido.

"¡Hasta mañana!" exclamó Rabo, mientras comenzaba a acomodarse en su madriguera.

"Goodbye, ¡hasta la próxima aventura!" dijo Burbuja mientras se sumergía en el estanque.

"Siempre seré tu amigo, ¡buenas noches a todos!" ladró Max con entusiasmo.

"Y recuerden, cuando despierte, diré ¡Good morning! nuevamente. ¡Buenas noches!" finalizó Don Rufino.

Y así, cada uno volvió a su hogar, llenos de alegría y con la promesa de un nuevo día lleno de aventuras por compartir. La moraleja de esta historia es que, aunque somos diferentes y vivimos en distintos momentos del día, siempre podemos encontrar tiempo para ser amigos y compartir lo mejor de nosotros. ¡Los lazos de la amistad son más fuertes que el paso del tiempo!

FIN.

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