Los amigos del bosque
Había una vez una niña de tres años llamada Sofía, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque. Un día soleado, mientras jugaba en su jardín, Sofía decidió explorar el bosque por primera vez.
Sin embargo, se adentró demasiado y pronto se dio cuenta de que estaba perdida. Sofía comenzó a llorar, sintiéndose asustada y sola en medio del bosque desconocido.
Pero justo cuando pensaba que no había esperanza, escuchó un ruido proveniente de los árboles. Era un pajarito cantando alegremente. "-¡Hola! ¿Estás perdida?" - preguntó el pajarito con voz dulce. Sofía miró hacia arriba y vio al pajarito posado en una rama cercana. "-Sí...
estoy muy perdida" -respondió entre sollozos. El pajarito le dijo: "-No te preocupes, pequeña Sofía. Te ayudaré a encontrar el camino de regreso a casa". Con su canto melodioso como guía, el pajarito voló delante de Sofía mientras ella lo seguía confiada.
Juntos recorrieron senderos angostos y cruzaron riachuelos cristalinos hasta llegar a un claro donde encontraron una ardilla juguetona. "-Hola ardillita", saludó Sofía con timidez. La ardilla respondió: "-Hola Sofía, veo que estás perdida". Sofia asintió con tristeza: "-Sí...
me he perdido en este enorme bosque". La ardilla sonrió amablemente: "-No te preocupes, te ayudaremos a encontrar tu hogar. Síguenos".
El pajarito y la ardilla guiaron a Sofía a través de un laberinto de árboles hasta llegar a un lago tranquilo donde encontraron a una familia de patitos nadando. "-¡Hola! ¿Estás perdida?" - preguntó el patito más pequeño con voz suave. Sofía asintió: "-Sí... estoy muy perdida y quiero volver a casa".
La mamá pato se acercó y le dijo: "-No te preocupes, pequeña Sofía. Nosotros también te ayudaremos". Los patitos formaron una fila mientras Sofía caminaba detrás de ellos, siguiendo su dirección hacia un camino estrecho que los llevaría de regreso al pueblo.
Mientras caminaban, vieron una luz brillante en el cielo que guiaba su camino. Cuando llegaron al borde del bosque, todos los animales dieron saltos de alegría. "-¡Lo logramos! ¡Hemos encontrado el camino!", exclamó el pajarito emocionado.
Sofía les dio las gracias con lágrimas en los ojos: "-Gracias por ayudarme a volver a casa. Nunca olvidaré lo amables que han sido conmigo". Los animales sonrieron y dijeron: "-Siempre estamos aquí para ayudarnos unos a otros".
De vuelta en su hogar, Sofía abrazó fuertemente a sus padres quienes habían estado muy preocupados por ella. Les contó sobre sus nuevos amigos del bosque y cómo la habían guiado y protegido durante toda la travesía.
Desde ese día, Sofía aprendió que nunca debía aventurarse sola en lugares desconocidos. Apreciaba más que nunca la importancia de pedir ayuda y confiar en los demás.
Y cada vez que veía un pajarito, una ardilla o unos patitos, recordaba el hermoso día en el bosque y a sus valientes amigos animales. Y así, Sofía aprendió una lección importante: siempre hay alguien dispuesto a ayudarte cuando te encuentras perdido, solo tienes que pedirlo.
FIN.