Los Amigos del Campo de Batalla



En un remoto rincón de Europa, durante la Segunda Guerra Mundial, había una pequeña aldea. En esa aldea vivía un grupo de niños que soñaban con aventuras. Teo, una niña curiosa, junto a su hermano Benja y su amiga Lila, pasaban horas jugando a ser valientes soldaditos enfrentándose a todos los peligros del mundo.

Un día, mientras exploraban cerca de los campos, se encontraron con un enorme tanque que parecía olvidado. Lila, apoyada en el tanque, exclamó: - ¡Miren esto! ¡Es enorme!

Benja, entusiasmado, dijo: - ¡Pero, ¿y si es un tanque enemigo? !

Teo, siempre valiente, contestó: - No importa. Vamos a investigar.

Los tres se acercaron con cautela al tanque. Al curiosear, descubrieron que algo se movía dentro. Benja, con su corazón latiendo fuerte, murmuro: - ¿Y si hay un soldado adentro?

De repente, un joven soldado apareció por la compuerta. Se presentó como Karl, un soldado enemigo que había quedado atrapado allí después de que su tanque se averiara. Sorprendidos pero intrigados, los niños le preguntaron: - ¿Por qué luchas?

Karl, con mirada melancólica, respondió: - No quiero seguir peleando. Solo quiero volver a casa.

Teo, que había oído historias sobre la guerra, preguntó: - ¿Y si encontramos una manera de ayudarte?

Karl sonrió y dijo: - Eso sería genial, pero hay un problema, mis compañeros piensan que aún estoy por aquí y podría ser peligroso.

Los niños, decididos, formaron un plan. Entusiasmaron a Karl a hacer una bandera de paz con hojas y flores que encontraran en el bosque. - Esto podría llamar la atención de mis compañeros de una manera diferente - dijo él.

Así, juntos se pusieron a trabajar. Lila, siempre creativa, sugirió que, una vez alzada la bandera, harían una gran fiesta para celebrar que a veces los enemigos pueden convertirse en amigos.

Cuando la bandera estuvo lista, los niños se colocaron en un lugar alto, donde todos los soldados podrían verla. Con el corazón en la mano, Karl levantó la bandera mientras los niños gritaban: - ¡Amistad, no guerra!

Los soldados, al ver la bandera, se acercaron cautelosamente. El Comandante de Karl, un hombre mayor que había visto muchas batallas, preguntó: - ¿Qué significa esto?

Con una voz firme pero amable, Teo respondió: - Queremos que entiendan que hay otra forma de resolver los problemas. La lucha no solo está en los campos, también está en nuestros corazones.

El Comandante se quedó en silencio. Después de un momento, él dijo: - ¿Y si decidimos conocer más sobre ustedes? Conocernos antes de pelear.

Sorpresa en los rostros de los niños y Karl, todos aplaudieron.

Así, se organizó el primer encuentro entre los soldados de ambos bandos. Mientras los adultos intercambiaban historias y risas, los niños jugaban, compartiendo juegos que no sabían, pero pronto se volvieron los mejores amigos.

Desde aquel día, el campo de batalla fue conocido como el Campo de Amigos, donde cada año celebraban un inmenso festival de paz, recordando que la verdadera victoria no estaba en derrotar al enemigo, sino en aprender a comprendernos como seres humanos.

Teo, Benja y Lila nunca olvidaron ese verano. Aprendieron que no importa cuán grandes sean las diferencias, siempre hay una oportunidad para construir puentes y crear lazos de amistad. Y así, el poder de la amistad conquistó hasta los campos de guerra.

FIN.

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