Los Amigos del Jardín
Era un hermoso día de primavera en el barrio de Liliana, donde tres perritos llamados Tito, Lila y Rocco decidieron jugar en el jardín de la casa de Tito. El sol brillaba y las flores danzaban con la suave brisa.
"¡Vamos a correr por el jardín!" - ladró Lila, moviendo su cola con emoción.
"¡Sí! Y después podemos buscar pelotitas entre las flores" - agregó Rocco, saltando de alegría.
"Yo tengo una pelotita roja que podemos usar" - dijo Tito, mientras corría hacia su casa a buscarla. Al regresar, los tres amigos se lanzaron a jugar, corriendo de un lado a otro y persiguiendo la pelotita.
Tras un momento de diversión, los amigos se dieron cuenta de que algo extraño sucedía. Un grupo de árboles en el jardín había perdido la belleza de sus hojas y se veían tristes.
"¿Por qué están esos árboles tan apagados?" - preguntó Lila, mirando con curiosidad.
"No lo sé... pero debemos averiguarlo" - respondió Rocco, decidido.
"¡Vamos a investigar!" - dijo Tito, mientras se acercaban a los árboles. Al acercarse, notaron que algunos pájaros no cantaban y parecían temerosos.
"Tal vez necesiten ayuda" - comentó Lila.
"¿Ayuda? ¿Cómo podemos ayudar a unos árboles?" - preguntó Tito, un poco desconcertado.
Rocco, que siempre tenía ideas creativas, exclamó: "¡Podemos traer agua!"
"¿Agua? Pero, ¿dónde la encontramos?" - dijo Lila mientras miraba alrededor.
"Yo vi una manguera en la casa de Tito. Si la usamos, podemos regar los árboles" - sugirió Rocco.
Con entusiasmo, Tito guió a sus amigos hacia la manguera. Con mucho cuidado, unieron sus fuerzas para arrastrarla hasta los árboles. Tito, que era un poco más pequeño, se esforzó por alejarse del sol para que la manguera no se calentara.
"¡Perfecto! Ahora, ¡a regar!" - gritó Lila mientras empezaron a rociar el agua sobre las raíces de los árboles.
Al poco tiempo, los árboles empezaron a mostrar signos de recuperación. Algunas hojas verdes emergieron de las ramas, y los pájaros comenzaron a cantar de nuevo.
"¡Lo logramos!" - ladraron los tres perritos al unísono.
"Esto es maravilloso. ¡Los árboles son nuestros amigos!" - exclamó Lila, saltando de alegría.
Pero de repente, Rocco miró a su alrededor y se dio cuenta de algo importante. "Chicos, tenemos que cuidar de nuestro jardín de aquí en adelante. No podemos dejar que se vuelva a secar."
Tito y Lila asintieron con seriedad.
"Tienes razón, Rocco. Desde ahora, cada vez que juguemos, también vamos a cuidar a nuestro jardín. Regaremos las plantas y ayudaremos a mantenerlo limpio" - prometió Lila.
"Sí, una buena amistad no solo se trata de jugar, sino también de cuidar de los demás" - agregó Tito, moviendo su cola con orgullo.
Así, los tres perritos hicieron un pacto: cada vez que jugaran, destinarían un momento para cuidar el jardín. Desde ese día, el jardín floreció como nunca antes, y la amistad de Tito, Lila y Rocco se fortaleció con cada riego y cada risa compartida.
El tiempo pasó, y el jardín se convirtió en un hermoso lugar no solo para ellos, sino también para otros animales del barrio que venían a jugar y disfrutar del espacio.
Al final, Tito, Lila y Rocco aprendieron que cuidar del entorno les hacía sentir felices y realizados. La amistad, el trabajo en equipo y el amor por la naturaleza fueron valores que siempre llevarían en sus corazones.
Y así, cada vez que el sol brillaba en el jardín, tres pequeños perritos salían a jugar, pero también a cuidar el lugar que les hacía tan feliz.
FIN.