Los Amigos del Llillo



En un pequeño paraje de la Argentina, vivía un niño llamado Llillo. Su hogar era un lugar lleno de magia y risas, donde tenía cinco gatos traviesos y un perro llamado Rabol. Rabol era un perro grande y amigable que siempre estaba dispuesto a jugar. Juntos, Llillo, sus gatos y Rabol vivían aventuras emocionantes en un barrio lleno de colores y sorpresas.

Un día, mientras exploraban el jardín, Llillo encontró a su lado a Malbadi, el nuevo vecino. Malbadi era un poco tímido y se pasaba el día encerrado en su casa.

"Hola, Malbadi. ¿Por qué no sales a jugar con nosotros?" - preguntó Llillo con una sonrisa.

"No sé, no tengo amigos aquí" - respondió Malbadi murmurando y mirando al suelo.

Llillo pensó que eso no podía ser. Entonces, tuvo una idea brillante.

"¡Ven, ven! Te presento a mis gatos y a Rabol. Son muy amigables, seguro te van a querer" - dijo Llillo entusiasmado.

Malbadi dudó un momento, pero al ver a Rabol mover la cola, decidió acercarse. Los gatos, curiosos, comenzaron a rodearlo.

"¡Hola! Soy Rabol, ¡bienvenido a la aventura!" - ladró el perro, dando saltitos de alegría.

Poco a poco, Malbadi comenzó a sonreír y se unió al grupo. Jugaron a la pelota, corrieron detrás de los gatos que saltaban por los arbustos y se hicieron amigos rápidamente. Sin embargo, la tarde se oscureció y algo extraño ocurrió.

De repente, un viento fuerte sopló, y los gatos comenzaron a asustarse.

"¡Oh no!" - exclamó Llillo "¿qué haremos ahora?"

"¡No se preocupen!" - dijo Rabol, con su voz segura. "Hay que hacerles míster del pliego, ¡vení a meterlos en la casa!"

Con la ayuda de Malbadi, Llillo trató de llevar a los gatos adentro, pero estaban demasiado asustados. Entonces, se les ocurrió un plan.

"¿Qué pasaría si hacemos un juego?" - sugirió Malbadi.

"¡Sí!" - gritó Llillo. "Podemos hacer que los gatos crean que es una carrera divertida. El que llegue primero a la casa, gana un premio".

Esa idea entusiasmó a Rabol, quien comenzó a ladrar indicando la dirección de la —"meta" . Los gatos, intrigados, dejaron de lado su miedo y comenzaron a correr hacia la casa, una bola de pelo muy divertida. Mientras corrían, el viento se calmó. Todos rieron al ver a los gatos saltando y esquivando ramas como si estuvieran en un gran espectáculo.

Finalmente, todos llegaron a salvo adentro. Llillo celebró con un gran abrazo.

"¡Lo logramos!" - dijo Llillo.

"Sí, y lo hicimos juntos" - respondió Malbadi, sintiéndose parte del grupo.

Desde ese día, Malbadi no solo se convirtió en un gran amigo de Llillo, Rabol y los gatos, sino que también aprendió que siempre puede haber aventura y alegría en cualquier lugar si se tiene con quién compartirla.

Así, el pequeño llillo, con sus cinco gatos, su perro Rabol y su nuevo amigo Malbadi, continuaron viviendo aventuras mágicas unidas por la amistad y la confianza. El viento podía soplar, pero siempre allí estarían para cuidarse unos a otros.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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