Los amigos mágicos de la selva
Había una vez, en un bosque encantado, dos mundos que se encontraban. Por un lado, Blancanieves y los siete enanitos vivían en su pequeña cabaña rodeada de árboles y flores.
Y por otro lado, en lo más profundo de la selva, vivían Mowgli y sus amigos animales. Blancanieves era una joven princesa muy hermosa y bondadosa. Siempre estaba ocupada cuidando de su casa y ayudando a los enanitos con sus tareas diarias.
Pero a pesar de todo el trabajo que tenía, siempre encontraba tiempo para leer cuentos mágicos. Un día, mientras leía uno de sus libros favoritos sobre la selva, quedó fascinada con las aventuras de Mowgli y los animales salvajes.
Soñaba con poder conocerlos algún día. Por otro lado, Mowgli también había escuchado historias maravillosas sobre la princesa Blancanieves y su vida llena de magia y amor. Anhelaba poder verla alguna vez.
El destino quiso que ambos personajes se conocieran cuando Blancanieves decidió aventurarse fuera del bosque encantado. Después de despedirse cariñosamente de los enanitos, caminó hacia lo desconocido hasta llegar a la selva donde habitaba Mowgli.
Al principio se asustaron al verse tan diferentes entre sí: ella con su vestido elegante y él cubierto solo con pieles de animales. Pero pronto descubrieron que tenían algo en común: ambos adoraban los números.
Mientras caminaban juntos por la selva, Blancanieves contándole historias fantásticas sobre sus amigos enanitos y Mowgli mostrándole la belleza de la naturaleza, se dieron cuenta de que podían aprender mucho el uno del otro. Un día, mientras jugaban cerca de un río, Blancanieves propuso enseñarle a Mowgli cómo contar hasta diez en su idioma.
Él aceptó emocionado y juntos comenzaron a repetir los números una y otra vez. —"Uno" , dijo Blancanieves. —"Uno" , repitió Mowgli. —"Dos" , continuó ella. —"Dos" , lo imitó él. Así fue como ambos fueron aprendiendo los números hasta llegar al número diez.
Se divertían tanto con esta actividad que decidieron enseñarles a sus amigos animales cómo contar también. Pronto, todos los animales de la selva estaban contando hasta diez junto a Blancanieves y Mowgli.
Los monos saltaban de rama en rama mientras decían "uno, dos, tres". Los elefantes pisoteaban el suelo con alegría gritando "cuatro, cinco, seis". Y así cada animal tenía su propio número asignado. El bosque encantado se llenó de risas y diversión gracias a Blancanieves y Mowgli.
Todos aprendieron que no importa cuán diferentes sean las personas o los animales entre sí; siempre hay algo que pueden compartir y aprender el uno del otro.
Y así es como termina nuestra historia infantil inspiradora y educacional sobre la amistad entre Blancanieves, el Libro de la Selva, los animales y los números. Una historia llena de magia donde todos descubrieron que juntos pueden lograr cosas maravillosas.
FIN.