Los Amigos que Siempre se Ayudan



En un pequeño pueblo llamado Amigópolis, había un grupo de cuatro amigos inseparables: Lucas, Sofía, Tomás y Ana. Estos chicos siempre estaban listos para ayudar a los demás y se apoyaban mutuamente en todo momento. Cada tarde, después de la escuela, se reunían en el parque para jugar, estudiar y, sobre todo, compartir sus aventuras.

Un día, mientras jugaban a la pelota, Sofía tuvo una idea brillante.

"¡Chicos! ¿Y si organizamos una carrera de obstáculos en el parque? Sería muy divertido y podríamos ayudar a los que no tengan tiempo de entrenar!"

Los demás se entusiasmaron con la idea.

"¡Sí! Pero necesitamos que todos puedan participar," dijo Lucas.

"Podemos hacer equipos y ayudarlos a entrenar!" agregó Tomás.

"Y también haremos medallas para todos, así nadie se siente menos," concluyó Ana.

Esa misma tarde, comenzaron a preparar la carrera. Diseñaron los obstáculos, decoraron el parque y se aseguraron de invitar a todos sus compañeros. Pero había un pequeño problema: un grupo de chicos del barrio, que no era muy amigable y solía burlarse de los demás, decidió que ellos no participarían.

Días después, mientras ensayaban, Lucas vio a esos chicos alrededor y se acercó decidido.

"Hola, chicos. ¿Por qué no vienen a correr con nosotros? Es muy divertido y todos están invitados!"

Ellos se rieron.

"¿Y por qué querríamos correr con ustedes? No necesitamos su ayuda."

"Porque hacer amigos es mejor que estar solos, y juntos podemos divertirnos mucho más!" explicó Lucas.

Los demás amigos lo miraron preocupados. No querían que sus esfuerzos se frustraran, pero Lucas tenía un plan. Se le ocurrió que podrían invitar a esos chicos a unirse a los entrenamientos. Eso podría romper el hielo.

Así que, al día siguiente, invitaron nuevamente a sus rivales a entrenar con ellos.

"Chicos, vengan a correr un rato. Les enseñaremos algunos trucos para mejorar, y si quieren, podemos formar equipos juntos. ¡La diversión está garantizada!"

Los chicos vacilaron al principio, pero luego decidieron aceptar la invitación. Al ver la energía de los cuatro amigos, comenzaron a hacerse parte del grupo.

Con el correr de los días, los chicos rivales se dieron cuenta de que juntos podían disfrutar mucho más. Las risas comenzaron a llenar el aire, y día a día, sus corazones se fueron abriendo.

"No está tan mal esto de ayudarnos. Quizás tengamos más en común de lo que pensábamos," reflexionó uno de los chicos nuevos, que se llamaba Martín.

Finalmente, llegó el día de la carrera. El parque estaba lleno de color, risas y una gran emoción. Se hicieron equipos donde estaban mezclados todos, y la competición fue increíblemente divertida. Cuando cruzaban la meta, todos recibían sus medallas, y no había un solo rostro que no sonriera.

"Esto fue genial!" gritó Sofía.

"¡Sí! Creo que el verdadero premio es la amistad que hemos hecho," agregó Tomás.

"Nunca pensé que correr en un equipo podría ser tan divertido," dijo Martín, sonriendo.

"Siempre es más divertido ayudarnos unos a otros," concluyó Ana, feliz por el resultado.

Desde ese día, en Amigópolis, siempre hubo amistades nuevas, y los amigos aprendieron que ayudar a otros no solo trae alegría, sino que también puede unir corazones diversos. Todos disfrutaron de su tiempo juntos, y así se convirtieron en los mejores amigos del mundo, recordando siempre que juntos, todo es posible.

FIN.

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