Los amigos siempre están ahí
Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo. A Mateo le encantaba jugar al fútbol con sus amigos en el parque todos los días después de la escuela.
Era su actividad favorita y siempre se divertía mucho. Un día, mientras jugaban un emocionante partido, Mateo corrió tan rápido como pudo para atrapar la pelota, pero tropezó con una piedra y cayó al suelo.
Se hizo daño en la rodilla y comenzó a llorar de tristeza y dolor. Justo en ese momento, llegó su amigo Lucas corriendo hacia él. Lucas era conocido por ser valiente y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.
Al ver a Mateo caído en el suelo, se acercó rápidamente para consolarlo. "¡Mateo! ¿Estás bien? No llores, te ayudaré a levantarte", dijo Lucas con preocupación. Con ternura, Lucas extendió su mano hacia Mateo para ayudarlo a ponerse de pie.
Juntos lograron levantar al pequeño futbolista herido. "Gracias, Lucas", dijo Mateo entre sollozos. "Me duele mucho la rodilla". Lucas miró la rodilla de Mateo y vio que estaba lastimada.
Sin perder tiempo, buscó una venda que llevaba siempre en su mochila y cuidadosamente envolvió la herida para protegerla. "No te preocupes, amigo", dijo Lucas tranquilizadoramente. "Te curarás pronto". Mateo sonrió tímidamente mientras observaba cómo su amigo cuidadosamente lo vendaba.
Aunque todavía sentía algo de dolor, se sintió reconfortado por la amabilidad de Lucas. "¿Quieres seguir jugando al fútbol?", preguntó Lucas con una sonrisa. Mateo asintió y juntos regresaron al campo de juego.
Aunque Mateo no podía correr tan rápido como antes debido a su rodilla lastimada, todavía podía disfrutar del juego junto a sus amigos. Mientras continuaban jugando, Mateo se dio cuenta de algo importante. No importaba si ganaban o perdían el partido, lo que realmente contaba era la amistad y el apoyo que recibía de sus compañeros.
"Gracias por ayudarme, Lucas", dijo Mateo emocionado mientras le daba un abrazo a su amigo. "Eres el mejor amigo que alguien podría tener". Lucas sonrió y respondió: "Siempre estaré aquí para ti, Mateo.
Los verdaderos amigos siempre están dispuestos a ayudar". A partir de ese día, la amistad entre Mateo y Lucas se hizo aún más fuerte. Juntos superaron obstáculos y aprendieron la importancia de estar ahí el uno para el otro en los momentos difíciles.
Y así es como Mateo aprendió que incluso en los momentos más tristes, siempre hay alguien dispuesto a tenderle una mano amiga para ayudarlo a levantarse y seguir adelante.
FIN.