Los amigos sin fronteras


Había una vez en la ciudad de Mérida, un grupo de perros callejeros que vivían en las calles y se alimentaban de lo que encontraban.

Un día, mientras buscaban comida, se toparon con un conejo asustado escondido detrás de un árbol. - Hola pequeño conejo, ¿qué haces aquí tan solito? - preguntó el líder del grupo de perros. - Estoy perdido y no sé cómo volver a mi hogar - respondió el conejo temblando.

Los perros decidieron ayudar al conejo y formaron una amistad inesperada. Juntos recorrieron las calles de Mérida en busca del hogar del conejo. - Miren chicos, allí está mi casa - exclamó el conejo señalando hacia una colina cercana.

Pero para llegar a ella debían cruzar una peligrosa carretera llena de autos veloces. Los perros sabían que debían ser cuidadosos si querían proteger al pequeño amigo conejo.

- No te preocupes amigo, nosotros te llevaremos seguro hasta tu hogar - dijo el líder del grupo con determinación. Con mucho cuidado, los perros guiaron al conejo a través de la carretera y llegaron sanos y salvos a su hogar.

El dueño del conejo estaba muy contento al verlo regresar sano y salvo gracias a la ayuda inesperada de los valientes perros callejeros. Desde ese día en adelante, los perros y el conejo se convirtieron en grandes amigos e incluso compartieron sus comidas juntos.

Los vecinos comenzaron a notar su amistad poco común entre especies y aprendieron que la amistad no tiene barreras. - Nunca imaginé que podría tener amigos de diferentes especies. Gracias por enseñarme algo nuevo - dijo el dueño del conejo a los perros.

Los perros, por su parte, aprendieron que no importa cuán diferentes sean los demás, siempre pueden encontrar algo en común para unirlos.

Y así, la ciudad de Mérida se llenó de historias sobre la amistad inesperada entre perros y conejos gracias a este grupo de valientes amigos.

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