Los amigos y la ardilla silenciosa



Había una vez tres amigos llamados Pedro, Juan y Marco. Eran inseparables y siempre estaban juntos, pero tenían un pequeño problema: hablaban muy fuerte.

No importaba el lugar en el que estuvieran, siempre se escuchaban a kilómetros de distancia. Un día, los tres amigos fueron invitados a visitar la biblioteca del pueblo. Estaban emocionados por conocer ese lugar tan lleno de libros y sabiduría.

Pero había una regla muy importante en la biblioteca: ¡hablar en voz baja!"¡Vamos chicos! Tenemos que comportarnos bien y hablar bajito", dijo Pedro mientras caminaban hacia la biblioteca. "Sí, sí, ya lo sé", respondió Juan con impaciencia. "¡Claro que sí! No podemos arruinar nuestra visita por hablar demasiado alto", agregó Marco.

Cuando llegaron a la biblioteca, quedaron maravillados por su belleza. Las estanterías estaban llenas de libros de colores y las sillas eran cómodas para sentarse a leer. Pero rápidamente olvidaron las reglas cuando comenzaron a hablar entre ellos.

"¿Has visto este libro?", exclamó Pedro señalando uno sobre animales salvajes. "¡Sí! Es increíble", respondió Juan emocionado. "Chicos, recuerden que estamos en una biblioteca. Por favor, hablen más bajo", les recordó el bibliotecario con amabilidad.

Los amigos asintieron con vergüenza y continuaron explorando el lugar. Llegaron a un rincón tranquilo donde había cuentos infantiles apilados uno encima del otro. "Miren todos estos cuentos maravillosos", susurró Marco emocionado.

"¡Sí! Podríamos quedarnos aquí todo el día leyendo", dijo Juan con entusiasmo. Pero nuevamente olvidaron la regla de hablar en voz baja y comenzaron a discutir sobre cuál libro leer primero.

El bibliotecario, esta vez un poco más molesto, se acercó a ellos y les pidió que bajaran la voz. "Chicos, sé que están emocionados, pero no pueden hablar tan fuerte. Hay otras personas tratando de leer", les dijo con firmeza. Los amigos se sintieron avergonzados y bajaron la cabeza.

Sabían que tenían que aprender a controlar su tono de voz si querían disfrutar del lugar sin molestar a los demás. Decidieron dar un paseo por el jardín de la biblioteca para relajarse y pensar en cómo mejorar su comportamiento.

Mientras caminaban entre las flores y los árboles, vieron una ardilla jugando en una rama. La ardilla saltaba de un lado a otro sin hacer ruido alguno. "¡Miren esa ardilla! Es tan silenciosa", exclamó Pedro admirado. "Sí, deberíamos aprender de ella", respondió Juan pensativo.

"Tienes razón. Si aprendemos a ser como la ardilla, podremos controlar nuestro tono de voz", agregó Marco entusiasmado. Entonces, los amigos hicieron un pacto: serían como la ardilla y hablarían siempre en voz baja para no molestar a nadie más.

Regresaron a la biblioteca con determinación y pusieron en práctica lo aprendido. Desde ese día, Pedro, Juan y Marco hablaron en voz baja en todas partes.

Ya no eran conocidos como los amigos ruidosos, sino como los amigos silenciosos que respetaban a los demás. La biblioteca se convirtió en su lugar favorito para aprender y disfrutar de la lectura.

Y cada vez que veían a la ardilla jugando en el jardín, le daban las gracias por enseñarles el valor de hablar en voz baja. Y así, Pedro, Juan y Marco aprendieron una valiosa lección: que es importante escuchar a los demás y respetar su espacio.

Aprendieron a controlar su tono de voz y se convirtieron en ejemplo para todos aquellos que pensaban que era imposible cambiar.

FIN.

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