Los animales de la selva en el espacio


Érase una vez, en una lejana selva, un león llamado Leo que pasaba las noches mirando las estrellas y preguntándose cómo se verían de cerca. Un día, decidió compartir su curiosidad con su amiga la jirafa Josefa.

-¡Hola, Josefa! ¿Alguna vez te has preguntado cómo se verían las estrellas desde cerca? -le preguntó Leo con entusiasmo.

Josefa, con sus largas patas y su cuello estirado, pensó por un momento y respondió: -¡Claro que sí, Leo! Si pudiéramos ir al espacio, estaríamos más cerca de las estrellas y podríamos verlas mejor. Entusiasmados con la idea, juntos decidieron emprender un viaje al espacio. Con la ayuda del mono Miguel, construyeron una nave espacial improvisada con hojas, ramas y lianas.

Pronto, estaban listos para despegar. Con un fuerte impulso, la nave se elevó por encima de la selva y se lanzó hacia las estrellas.

Mientras flotaban en el espacio, Leo, Josefa y Miguel se maravillaron al ver las estrellas brillando intensamente y la inmensidad del cosmos. De repente, se encontraron con un simpático astronauta, un oso hormiguero llamado Arturo, quien les dio la bienvenida al espacio. -¡Bienvenidos, amigos! ¿Qué los trae a este lugar tan lejano? preguntó Arturo con una sonrisa.

Leo y sus amigos le contaron sobre su curiosidad por las estrellas y su deseo de verlas de cerca. Impresionado por su valentía, Arturo les ofreció un recorrido especial por la galaxia.

Juntos surcaron el espacio en la nave espacial de Arturo, visitando planetas y admirando la belleza del universo. Durante su viaje, aprendieron sobre las constelaciones, los agujeros negros y la importancia de cuidar el espacio.

Finalmente, con el corazón lleno de nuevas experiencias, Leo, Josefa y Miguel regresaron a la selva con una nueva apreciación por el cosmos. Compartieron sus aventuras con los demás animales, inspirándolos a soñar en grande y a cuidar tanto la selva como el espacio.

Desde entonces, todas las noches, los animales de la selva observaban las estrellas, recordando su increíble viaje al espacio. Y aunque nunca volvieron a emprender otro viaje tan extraordinario, su curiosidad y su amor por el universo nunca desaparecieron.

Y así, Leo, Josefa, Miguel y todos los demás animales vivieron felices, sabiendo que en algún lugar del espacio, las estrellas brillaban para ellos.

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