Los Animales en Busca del Arcoíris



Era un día después de una intensa lluvia en el mágico bosque de La Esperanza. Los rayos del sol comenzaban a asomarse entre las nubes y, desde lejos, se podía ver el brillo de un arcoíris. Un grupo de animales decidió que era el momento perfecto para emprender una búsqueda.

El primero en unirse fue Rocco, el conejo, conocido por su energía y rapidez.

"¡Vamos, amigos! ¡No podemos dejar pasar esta oportunidad! Hay que encontrar el arcoíris!"

A su lado estaba Marta, la tortuga, tranquila y reflexiva.

"Rocco, esperame un rato. No todas las aventuras son para correr, a veces hay que disfrutarlas paso a paso".

Los amigos decidieron que se juntarían en el claro del bosque, donde se podía ver un poco más del arcoíris. Ahí también se unió Lila, la ardilla, saltando de rama en rama, emocionada por la aventura.

"¡Yo puedo guiarlos! ¡Puedo escalar árboles y ver el camino desde arriba!"

El grupo formado por Rocco, Marta y Lila estaba listo para comenzar la búsqueda, cuando de repente apareció Max, el zorro, que, aunque a veces era un poco travieso, también era muy ingenioso.

"¿Por qué no preguntamos a los demás habitantes del bosque si han visto el arcoíris? A lo mejor nos ayudan".

Siguieron el consejo de Max y fueron adonde vivía Pedro, el búho, conocido por su sabiduría.

"¡Hola, Pedro! ¿Has visto el arcoíris?" - preguntó Rocco.

"Claro, lo vi justo después de la lluvia. Pero, ¿saben que el arcoíris se encuentra al final de la lluvia?" - respondió el búho.

"¿Y eso dónde está?" - preguntó Lila, intrigada.

"Es un lugar que depende de cómo se vean las cosas. A veces, hay que encontrarlo dentro de uno mismo, y otras, en las pequeñas maravillas que nos rodean".

Confundidos, pero motivados, el grupo partió en busca del arcoíris, mientras disfrutaban del esplendor del bosque. Vieron flores de colores vivos, árboles que parecían tocar el cielo y sonidos de la naturaleza que armonizaban en una sinfonía perfecta.

Pasaron horas explorando, y mientras Martita avanzaba lentamente, se dio cuenta de un pequeño estanque.

"¡Chicos, miren este lugar! ¡Es hermoso!"

Se acercaron al estanque y Rocco exclamó:

"¡Parece un espejo que refleja todos los colores! ¡Esto es una belleza!", y Lila añadió:

"Ademas, el agua está tan clara que se puede ver a los peces nadar!"

"¿Ven? Esto es parte del arcoíris" - dijo Marta con una sonrisa.

De repente, un pequeño viento sopló y del agua comenzaron a caer pequeñas gotas que brillaban. Fue en ese instante que Max dijo:

"¿Saben qué? El arcoíris no es solo un espectro de colores. Se forma cuando hay cosas bellas que notamos gracias a la luz del sol y la lluvia. ¡Cada uno de nosotros es un color en el arcoíris!"

Motivados por sus palabras, decidieron compartir palabras amables entre ellos para que esa búsqueda fuera más especial. Rocco empezó:

"Marta, ¡te admiro mucho por tu paciencia!"

"Y Lila, tenés una energía increíble, siempre puedes animarnos con tu diversión" - dijo Marta, sonriendo.

"Max, ¡sos un gran amigo! Siempre encuentras la forma de ver lo positivo".

Así pasaron el día, explorando, ayudándose y descubriendo la belleza en detalles que nunca habían notado.

Finalmente, al caer la tarde, llegaron al final del sendero y apareció el arcoíris en todo su esplendor, iluminado por la luz del sol.

"¡Lo encontramos!" - gritó Rocco.

"Sí, ¡pero es más de lo que imaginé!" - dijo Lila emocionada.

"Esto no es solo un arcoíris, es nuestra amistad, nuestro apoyo y cómo aprendimos a ver lo bueno" - concluyó Marta con alegría.

Y así, sentados juntos, disfrutaron de la vista del arcoíris, entendiendo que, a veces, lo más hermoso está en los momentos compartidos y en los amigos que ayudan a encontrar la luz en esos días nublados.

FIN.

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