Los animales y el bosque encantado
En un rincón del mundo donde los árboles tocaban el cielo y los ríos cantaban melodías suaves, existía un bosque encantado. Este lugar mágico estaba habitado por todo tipo de animales, cada uno con su propia historia y sueños.
Un día, mientras el sol asomaba por el horizonte, el conejo Roco decidió aventurarse más allá de su escondite habitual. "Hoy voy a descubrir qué hay más allá de la colina del Sauce - se dijo a sí mismo. - Quizás encuentre algo maravilloso."
Así que partió, dejando atrás el suave murmullo del río y el aroma dulce de las flores. Mientras saltaba alegremente, se encontró con su amiga, la tortuga Lía. "Hola, Roco. ¿A dónde vas tan temprano? - preguntó Lía con curiosidad."
"Voy a descubrir qué hay más allá de la colina del Sauce. ¡Quiero vivir una aventura! - respondió emocionado Roco."
Lía, aunque un poco más lenta, se entusiasmó con la idea. "¡No puedo quedarme atrás! Te acompaño, solo que iré a mi paso."
Juntos, empezaron su travesía, llenos de energía y risas. Al llegar a la colina, se encontraron con un camino cubierto de flores de colores vibrantes. Pero justo cuando estaban por seguir, el búho Óscar, el sabio del bosque, apareció volando, posándose sobre una rama. "¡Deténganse, pequeños aventureros! - dijo Óscar con su voz grave. - Hay un misterio que deben resolver antes de seguir."
Intrigados, Roco y Lía preguntaron: "¿Qué tipo de misterio, Óscar?"
"Han desaparecido los colores del bosque encantado. Todo se está volviendo gris y triste. Necesito su ayuda para devolverles la vida a las flores y los árboles. - explicó el búho."
"¿Cómo podemos ayudar? - preguntó ROCO, con un brillo en los ojos."
El búho les habló de una piedra mágica escondida muy adentro del bosque, que brillaba con todos los colores del arcoíris. "Si logran encontrarla y devolverla aquí, el bosque renacerá. Pero cuidado, el camino está lleno de desafíos."
Sin pensarlo dos veces, Roco y Lía se pusieron en marcha. Mientras avanzaban, se encontraron con un río caudaloso que debían cruzar. Roco, ágil como era, saltó de piedra en piedra, pero Lía no podía hacerlo. "No te preocupes, Lía, yo te ayudo. - dijo Roco. - Usa mi espalda y yo te llevaré."
Lía sonrió y se subió sobre Roco, quien la llevó a la otra orilla. "¡Lo logramos! - exclamó Lía, contenta."
Siguieron caminando hasta que se toparon con un bosque denso y oscuro. "Yo tengo miedo, Roco. - susurró Lía, mirando las sombras."
"No hay por qué asustarse, Lía. Debemos ser valientes. - le respondió Roco. - Vamos juntos y no dejemos que la oscuridad nos detenga."
Así lo hicieron, tomando de la mano la valentía y la amistad. Al final del bosque, encontraron un claro iluminado donde una brillante piedra brillaba intensamente. "¡Mirá, Lía! - gritó Roco, emocionado. -¡Lo hemos encontrado!"
Pero al acercarse, se dieron cuenta de que la piedra estaba custodiada por un zorro travieso llamado Timo. "¿Y ustedes quiénes se creen para llevarse la piedra? - preguntó Timo, arqueando una ceja."
"Venimos a devolver los colores al bosque. Necesitamos la piedra mágica. - explicó Roco, con confianza."
El zorro, intrigado por su valentía, propuso un trato. "Si pueden responder a mi acertijo, les daré la piedra. ¿Listos?"
"Sí, estamos listos. - dijeron los dos."
Timo sonrió y lanzó su acertijo: "En agua nací, en agua crecí, sin agua me quedo. ¿Qué soy?"
Lía pensó un momento y, al encontrar la respuesta, gritó: "¡Una nube!"
El zorro aplaudió. "¡Correcto! Sois más inteligentes de lo que pensaba. Aquí tienen la piedra. Pero recuerden, más allá de la valentía y la inteligencia, lo más importante es la amistad."
Roco y Lía tomaron la piedra y, juntos, regresaron al claro donde Óscar los esperaba. Al presentar la piedra mágica, el bosque comenzó a brillar con colores vibrantes. Las flores florecieron y los árboles recuperaron su verdor.
"Lo logramos, Roco. - dijo Lía, llena de alegría. - Hicimos un gran trabajo juntos."
Óscar, orgulloso de los pequeños héroes, agregó: "Este bosque es más que un lugar mágico; es un símbolo de lo que se puede lograr cuando trabajamos juntos. Nunca olviden la fuerza de la amistad."
Y así, el bosque encantado recuperó su color y su alegría, gracias al valor y a la colaboración de Roco y Lía, quienes aprendieron que las aventuras son mejores cuando se comparten. Desde aquel día, los animales del bosque celebraron la amistad y siempre estaban dispuestos a ayudar a quienes lo necesitaran. El bosque encantado nunca volvió a ser gris y siempre recordó la valía de los fuertes lazos que unen a los amigos.
Fin.
FIN.