Los Animalitos de la Granja y el Gran Misterio de la Huerta



Era un hermoso día soleado en la granja de Don Pancho. Las aves cantaban, las flores florecían, y todos los animalitos estaban muy alegres.

- ¡Buenos días, amigos! - exclamó Clara la gallina mientras estiraba sus alas.

- ¡Buenos días, Clara! - respondieron juntos Pipo el pato y Tina la oveja.

Un día, mientras exploraban el corral, Oso, el perro de la granja, llamó a todos.

- ¡Chicos, chicos! ¡Vengan! ¡He encontrado algo extraño en la huerta!

Todos se acercaron corriendo y vieron un gran montón de tierra removida.

- ¿Qué habrá pasado aquí? - preguntó Pipo, mirando con curiosidad.

- No lo sé, pero deberíamos investigar - sugirió Tina, moviendo su cola emocionada.

Clara no estaba muy segura.

- No sé, chicos. Podría ser peligroso. ¿Y si hay un monstruo?

- ¡Monstruo! - rió Oso. - No hay monstruos, solo tierra. Vamos a averiguarlo juntos.

Convencidos, los animales comenzaron a pedir ayuda. Primero, fueron a la casa del gato, que siempre estaba durmiendo al sol.

- Gato, ¿puedes ayudarnos a investigar la huerta? - pidió Clara.

- ¡Claro! Siempre es bueno un poco de acción – dijo el gato, estirándose y comenzando a andar con agilidad.

Juntos, se acercaron a la huerta. Gato olfateó el aire y enseguida notó algo.

- Huele a... hortalizas. Algo ha sucedido aquí. - dijo mientras inspeccionaba el lugar.

Todos se pusieron a excavar con sus patas, hasta que Pipo gritó emocionado:

- ¡Miren, miren! ¡Hay zanahorias!

- ¿Pero por qué están fuera de la tierra? - se preguntó Clara.

- Tal vez alguien las ha sacado - dijo Tina, intrigada.

Entonces, un pequeño ratón asomó entre las zanahorias.

- ¡Hola, amigos! ¿Qué están haciendo? - preguntó el ratón.

- ¿Tú sabes algo de esto? - inquirió Oso, mirando al ratón con curiosidad.

- Sí, lo siento. Soy Rocco y he estado recolectando zanahorias y lechugas para preparar una gran fiesta en el bosque. Pero no pude volver a ponerlas bien en la tierra. - se disculpó el ratón.

- ¡Una fiesta! - exclamó Tina con entusiasmo. - ¡Eso suena divertido!

- Pero Rocco, deberías pedir permiso antes de llevarte las cosas de la huerta de Don Pancho - le aconsejó Clara.

Rocco asintió, mirando apenado.

- Tienes razón. Me dejé llevar por las ganas de la fiesta. Pero puedo ayudar a devolver todo - propuso el pequeño ratón.

Con la ayuda de todos, los animalitos comenzaron a volver a enterrar las zanahorias y las lechugas. Doblaron las hojas con cuidado mientras Rocco les explicaba cómo hacer la fiesta ideal, una que todos recordarían.

- ¡Excelente! - dijo Oso. - ¿Por qué no hacemos una gran merienda después de devolver las hortalizas?

Todos acordaron que sería una jornada fantástica. Al terminar, Rocco llevó a los animales al bosque donde había reunido a otros amigos.

- ¡Gracias, amigos! - fue lo que más se escuchó. La fiesta fue un éxito, y todos disfrutaron de la comida deliciosa hecha con aquellas hortalizas.

- No podía imaginarme que compartir sería tan divertido - dijo Clara mientras bailaba con sus amigos en el bosque.

- Y lo mejor es aprender a pedir permiso y ayudar - concluyó Rocco, feliz entre todos.

Y así, rodeados de música y risa, todos los animalitos se dieron cuenta de que en la granja no solo había que trabajar, sino también compartir y hacer buenos amigos. Desde entonces, la granja de Don Pancho se llenó de historias sobre el gran misterio de la huerta y la alegría de la amistad.

FIN.

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