Los anteojos mágicos de Tomás


Había una vez un pequeño niño llamado Tomás, quien tenía un gran sueño: convertirse en un abogado y luchar por la justicia.

Sin embargo, había algo que lo hacía sentir diferente a los demás niños de su edad: usaba anteojos y tenía problemas para escuchar bien. Un día, mientras caminaba rumbo a la escuela donde cursaba tercer grado, Tomás se encontró con un extraño personaje frente al edificio de justicia.

Era un hombre mayor con barba blanca y vestido con una capa roja brillante que parecía estar flotando en el aire. - ¡Hola pequeño! -dijo el hombre-. Me llamo Poder y soy el guardián de este edificio.

Tomás quedó sorprendido ante tal aparición, pero decidió acercarse al hombre para conocerlo mejor. - ¿Qué hace usted aquí? -preguntó Tomás curioso-. - Yo cuido este edificio y me aseguro de que todas las personas que trabajan aquí tengan poderes especiales para luchar por la justicia -respondió Poder sonriendo-.

Tomás no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Poderes especiales? ¿En serio existían? - Sí, así es -continuó Poder-. Y tengo una sorpresa para ti.

He notado tu gran deseo de convertirte en abogado y luchar por la justicia. Por eso te voy a regalar unos nuevos anteojos mágicos que te permitirán ver todo lo que pasa dentro del edificio de justicia como si estuvieras allí mismo. Tomás no podía contener su emoción.

Nunca antes había oído hablar de anteojos mágicos. Sin embargo, estaba dispuesto a probarlos y ver qué podía descubrir dentro del edificio. - ¡Gracias! -exclamó Tomás emocionado-. Poder le entregó los anteojos y desapareció en el aire.

Tomás se colocó los nuevos anteojos y se acercó al edificio de justicia. Para su sorpresa, pudo ver todo lo que pasaba dentro como si estuviera allí mismo.

Vio abogados luchando por la justicia, jueces tomando decisiones importantes y personas buscando ayuda para resolver sus problemas legales. Todo era fascinante para él. Sin embargo, mientras observaba con atención, notó algo extraño: algunos abogados no parecían estar diciendo la verdad en sus argumentaciones. Se sentían falsas e injustas.

Tomás decidió investigar más a fondo lo que estaba ocurriendo. Se acercó al edificio de justicia y logró entrar sin problemas gracias a los poderes de sus nuevos anteojos mágicos.

Dentro del edificio encontró a un grupo de abogados malvados que estaban tramando un plan oscuro para ganar casos injustamente y hacer dinero fácilmente. Tomás sabía que tenía que hacer algo para detenerlos.

Con la ayuda de Poder y sus anteojos mágicos, Tomás reunió pruebas suficientes para exponer a los abogados malvados frente al juez principal del edificio de justicia. Los abogados fueron condenados por sus actos ilegales gracias a la valentía y astucia de Tomás quien demostró ser un gran defensor de la justicia.

Desde ese día, Tomás se convirtió en un héroe para todos los que luchaban por la justicia dentro del edificio. Y aunque seguía usando anteojos y tenía problemas para escuchar bien, nunca más se sintió diferente a los demás niños.

Sabía que con su astucia y valentía podía lograr cualquier cosa que se propusiera.

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