Los Apu y el Secreto del Bosque Encantado



Había una vez, en un pueblo rodeado por las majestuosas montañas de los Andes, una niña llamada Killa. Killa era valiente y curiosa, siempre mirando hacia las cimas de los apus como si buscara respuestas en sus picos nevados. Su mejor amigo, Tumi, un llamador pequeño de pelaje marrón, la acompañaba en todas sus aventuras. Juntos, exploraban el bosque encantado que se encontraba al pie de las montañas.

Un día, mientras paseaban por el bosque, Killa y Tumi encontraron una luz brillante entre los árboles. "¿Ves eso, Tumi? ¡Vamos a investigar!" - dijo Killa mientras corría hacia la luz. Cuando llegaron, se encontraron con una hermosa flor que destellaba con colores vibrantes. La flor tenía un aura mágica y parecía vibrar con vida.

"¡Wow! Nunca vi algo así, Killa!" - exclamó Tumi, mirando la flor con asombro.

Mientras se aproximaban, una voz profunda resonó entre los árboles. "¡Deténganse!" - dijo una figura imponente. Era un anciano brujo de larga barba blanca y ojos centelleantes. Su piel estaba adornada con símbolos de colores, y llevaba un manto hecho de hojas. Aunque su apariencia era temible, Killa sintió que había algo sabio en su mirada.

"Soy Apukuna, el guardián de este bosque. ¿Qué hacen ustedes aquí, pequeños curiosos?" - preguntó el brujo.

"Queremos aprender sobre las maravillas de la naturaleza, señor Apukuna" - respondió Killa, con la voz entrecortada por la emoción. "Esta flor es mágica, ¿verdad?"

"Así es, pequeña. Esta es la Flor de la Sabiduría. Solo aparece ante aquellos con corazones puros y la intención de cuidar la naturaleza" - explicó Apukuna. "Pero hay un problema. Un malvado ser está tratando de robar su magia. Necesito su ayuda para protegerla."

Killa y Tumi miraron entre sí, decididos a ayudar al anciano. "¿Qué necesitamos hacer?" - preguntó Killa, lista para la aventura.

"Debemos recolectar tres elementos mágicos que me ayudarán a proteger la flor: la Llama del Sol, el Viento de los Andes y el Agua de la Montaña. Cada uno de estos elementos se encuentra custodiado por una criatura mágica que vive en este bosque" - explicó Apukuna.

Los ojos de Killa brillaron con determinación. "¡Lo haremos!" - exclamó.

Su primera parada fue una cueva oscura, donde habitaba un majestuoso cóndor que representaba al Viento de los Andes. Al llegar, el cóndor, con alas enormes y mirada fiera, se lanzó hacia ellos. "¿Quiénes son ustedes?" - cuestionó con voz fuerte.

"Estamos aquí para demostrar que tenemos corazones puros y proteger la flor. Pedimos la Llama del Sol, pero necesitamos su ayuda también" - dijo Killa, sintiendo miedo, pero aun así siendo valiente.

El cóndor, al ver su valentía, decidió ponerlas a prueba. "Solo les daré la Llama del Sol si logran volar como yo. ¿Están listas para intentarlo?" -.

Killa y Tumi se tomaron de las manos y corrieron por la cueva, saltando con todo su esfuerzo. Aunque no volaron, se sintieron libres como el viento. El cóndor, conmovido por su esfuerzo, les entregó la Llama del Sol en forma de chispa dorada.

Siguieron su camino hacia un río cristalino, donde habitaba la guardiana del Agua de la Montaña, una hermosa sirena con ojos azules como el cielo. Al ver a Killa y Tumi, la sirena los miró con curiosidad. "¿Qué desean ustedes?" -.

"Queremos proteger la Flor de la Sabiduría, pero necesitamos el Agua de la Montaña" - respondió Killa. "Te prometemos que cuidaremos de la naturaleza".

"Para ello, deben cantar una canción que venga de su corazón" - dijo la sirena, sonriendo.

Killa y Tumi, aunque tímidos, comenzaron a cantar una melodía sobre la amistad y la naturaleza. La sirena, encantada, les regaló un frasco con el Agua de la Montaña. Con dos de los tres elementos en sus manos, estaban casi listos.

El último desafío los llevaría a la cima de la montaña, donde habitaba un fuego que representaba el espíritu de la Llama del Sol. Pero por primera vez, sentían un poco de temor.

"¿Y si no somos lo suficientemente valientes para enfrentarlo?" - preguntó Tumi.

Killa sonrió y dijo: "Siempre podemos intentarlo, Tumi. Además, tenemos a Apukuna y a nosotros mismos" -.

Al llegar a la cima, el fuego ardía intensamente, pero en lugar de ser amenazante, parecía tener un brillo cálido y acogedor. "¿Quiénes se atreven a acercarse a mi luz?" - preguntó el fuego, con una voz melodiosa.

"Nosotros venimos en busca de la Llama del Sol para proteger la Flor de la Sabiduría" - exclamó Killa, sintiéndose más segura. "No queremos robarte tu magia, solo protegerla".

El fuego, impresionado por su determinación, les entregó la Llama del Sol con una chispa brillante.

Con los tres elementos en su poder, regresaron donde Apukuna. "¡Lo logramos!" - dijeron al unísono.

"Bien hecho, pequeños. Ahora, uniré estos elementos junto con su voluntad pura" - explicó el brujo, entrelazando los elementos en un brillante hechizo. La Flor de la Sabiduría resplandeció intensamente, ahuyentando a la criatura oscura que la amenazaba.

Desde ese día, Killa, Tumi y Apukuna se convirtieron en los guardianes de la flora y fauna del bosque. Killa aprendió que con valentía y amistad, siempre se pueden lograr grandes cosas.

Al final, Killa se despidió de Apukuna y le prometió volver siempre que pudiera. Y así, el bosque siguió siendo un lugar mágico, donde la amistad y el respeto por la naturaleza siempre prevalecerían.

FIN.

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