Los Árboles de Navidad y la Tormenta de Nochebuena
En un hermoso bosque de pinos, vivía una familia de árboles de Navidad. Había un abeto alto y hermoso llamado Alberto, su madre, la abuela Lucía, y sus dos hermanos, Pepito y Lila. Todos los años, esperaban ansiosos la llegada de la Nochebuena, cuando eran elegidos para adornar las casas de las personas con sus brillantes luces y hermosos adornos.
Esa mañana, mientras Alberto contemplaba el cielo, notó que se oscurecía.
"¿Qué raro! El cielo se está volviendo muy gris", comentó Alberto preocupado.
"No te preocupes, seguramente pasará rápido", dijo Lila, acumulando algunas hojas.
"¿No ven que el viento sopla muy fuerte?" agregó Pepito, temblando un poco.
La abuela Lucía, siempre sabia, decidió que era el momento de compartir una historia con su familia.
"Escuchen, mis pequeños. Siempre que viene una tormenta, es una oportunidad para demostrar que somos fuertes y que juntos podemos soportar cualquier cosa. Una vez, yo también tuve que enfrentar una tormenta..."
Los pequeños árboles se acercaron, curiosos.
"Cuéntanos, abuela", imploró Lila.
"Era una Nochebuena como esta. El viento aullaba y la nieve caía. Pero todos los árboles del bosque nos unimos y bailamos al ritmo del viento. Fue una hermosa danza que nos unió como familia".
La tormenta se acercaba más y más, y Alberto, aún temeroso, dijo:
"Abuela, ¿y si no podemos soportar la tormenta?"
"Nunca debemos dudar de nuestra fuerza. Cuando estamos juntos, nadie puede derribarnos, querido Alberto".
A medida que la tormenta se intensificaba, el viento empezó a soplar con más fuerza.
"¡Agárrense fuerte!" gritó Alberto mientras el viento sacudía sus ramas.
Los árboles se unieron, entrelazando sus ramas y formando un fuerte círculo. El viento aullaba, pero los árboles, apoyándose mutuamente, se sentían más seguros.
"Mirá cómo danzan nuestras ramas, como en tu historia, abuela!" exclamó Pepito, sintiendo que el ritmo del viento les daba vida.
"¡Sí! Esto es como una fiesta bajo el cielo oscuro!" añadió Lila, sonriendo a pesar del temor.
De repente, un rayo cayó cerca, iluminando el bosque con destellos brillantes.
"¡Eso fue aterrador!" dijo Pepito, apretando las hojas de su hermano.
"No temas, es solo el sonido de la naturaleza" respondió Alberto, tratando de ser fuerte.
Sin embargo, en medio de la tormenta, un gran trueno los hizo vibrar y, por un momento, sintieron que podían caer.
"¡Aguantemos juntos!" gritó la abuela Lucía, recordando a todos la fuerza de su unión.
"¡Nunca estamos solos!" reafirmó Alberto, sintiendo el calor de su familia.
La tormenta pareció durar horas, pero finalmente, empezaron a oír el sonido de la lluvia suavizándose. El sol comenzó a asomarse entre las nubes, iluminando todo con un cálido resplandor. Alberto, Lila, Pepito y la abuela Lucía se miraron unos a otros, agotados pero felices.
"Lo hicimos, lo logramos juntos" dijo Lila, riendo por la alegría.
"¡Festejemos, somos un gran equipo!" agregó Pepito entusiasmado.
"Estoy orgullosa de ustedes, mi amada familia. La tormenta nos hizo más fuertes y más unidos" añadió Lucía con una sonrisa.
Para sorpresa de los árboles, su valentía había atraído la atención de los humanos que paseaban por el bosque. Las personas, impresionadas, decidieron que los árboles de esa familia, que habían resistido la tormenta, eran perfectos para adornar sus casas en la Nochebuena.
"¡Mamá, esos árboles son los más valientes que he visto!" dijo un niño.
"¡Ellos adornarán nuestra casa esta Navidad!" exclamó su madre.
Alberto, Lila, Pepito y la abuela Lucía fueron llevados por los humanos, felices de poder celebrar la Navidad, luciendo todos sus adornos brillantes.
"¿Viste, Alberto? Siempre hay una luz después de la tormenta" dijo la abuela Lucía.
"¡Y más fuerza cuando estamos juntos!" concluyó emocionado Alberto.
Y así, la familia de árboles de Navidad celebró su mejor Nochebuena, recordando que, sin importar cuán fuerte sea la tormenta, juntos siempre pueden trascender cualquier obstáculo.
FIN.