Los árboles guardianes



Había una vez, en un hermoso bosque encantado, un grupo de amigas muy especiales. Estas amigas eran árboles mágicos que podían hablar y moverse. Cada una de ellas tenía su propia personalidad y habilidades únicas.

Un día soleado, mientras las amigas charlaban alegremente entre ellas, escucharon un ruido extraño proveniente del arbusto cercano. Al acercarse para investigar, se encontraron con un pequeño conejito asustado y perdido.

- ¡Oh! ¡Pobrecito conejito! - exclamó la amiga Roble, con su voz grave pero cálida. - Sí, debemos ayudarlo - dijo la amiga Helecho, con suavidad mientras sus hojas se mecían con el viento. Las demás amigas estuvieron de acuerdo y juntas decidieron cuidar al conejito hasta encontrar a su familia.

Le dieron comida y agua fresca para que se sintiera cómodo en el bosque. Los días pasaron y el conejito se convirtió en parte del grupo de amigas.

Juntos exploraban el bosque, jugaban a las escondidas y compartían historias maravillosas bajo la luz de la luna. Un día, mientras caminaban cerca del río cristalino del bosque, escucharon unos gritos desesperados. Siguiendo los sonidos angustiantes llegaron hasta una trampa cazadora donde había quedado atrapado otro conejo.

- ¡Tenemos que liberarlo! - exclamó la amiga Sauce llorando lágrimas doradas como si fueran hilos brillantes. Con su fuerza combinada, las amigas lograron abrir la trampa y liberar al conejito.

Agradecido, el conejo les contó que había sido capturado por un cazador malvado que quería venderlo como mascota. Las amigas se horrorizaron ante esta noticia y decidieron proteger a todos los animales del bosque de ese cazador. Con astucia e inteligencia, idearon un plan para ahuyentar al malvado hombre.

Una noche, mientras el cazador intentaba acercarse sigilosamente al bosque, las amigas hicieron resonar sus ramas como tambores gigantes y lanzaron destellos mágicos de colores brillantes.

El ruido ensordecedor y la luz deslumbrante asustaron tanto al cazador que huyó despavorido. El bosque volvió a estar en paz y seguridad gracias a la valentía y solidaridad de las amigas. Los animales del lugar vivían felices sabiendo que tenían un grupo tan especial cuidándolos.

Finalmente, llegó el día en que el primer conejito encontró a su familia gracias a la ayuda de las amigas del bosque. Aunque estaban tristes por su partida, sabían que habían hecho lo correcto ayudándolo.

Desde aquel día, las amigas siguieron protegiendo y cuidando a todos los animales del bosque con amor y dedicación. Juntas demostraron que cuando nos apoyamos mutuamente podemos lograr cosas maravillosas.

Y así es como estas increíbles árboles mágicos enseñaron una lección valiosa: nunca subestimes el poder de la amistad y la importancia de ayudar a los demás, porque juntas podemos hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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