Los Aventureros de la Seguridad
En un pequeño barrio de una ciudad alegre, vivían tres amigos: Lila, una niña curiosa con un amor por la naturaleza; Tomás, un niño valiente que soñaba con ser bombero; y Pepo, un pequeño perro que siempre los acompañaba.
Un día soleado, después de aprender sobre la seguridad en el jardín de infantes, decidieron organizar una misión especial: "La Gran Aventura de la Seguridad".
"¡Vamos a ver cómo podemos ayudar a otros!" - dijo Lila llena de entusiasmo.
"Sí, podemos ser los héroes de nuestro barrio!" - agregó Tomás.
"¡Guau! ¡Héroes!" - ladró Pepo moviendo su cola emocionado.
Así que, con mochilas llenas de bocadillos y una gran sonrisa, salieron a la aventura. Primero, llegaron al parque, donde vieron a un grupo de niños jugando.
"¡Hola, chicos!" - saludó Lila. "¿Sabían que es importante cuidar del lugar donde jugamos?"
"¿Cómo?" - preguntó uno de los niños.
"¡Recogiendo la basura! Si cada uno hacemos un poquito, el parque estará siempre lindo y limpio!" - explicó Tomás.
Los niños se pusieron manos a la obra y comenzaron a recoger toda la basura. Pepo, mientras tanto, ayudaba a señalar los lugares más sucios con su patita.
"¡Miren! ¡Nos está ayudando!" - rió Lila.
"¡Sí! ¡Es nuestro compañero de limpieza!" - rió Tomás.
Después de un rato, el parque brillaba de limpio.
"¡Hurra! ¡Lo hicimos!" - exclamó Lila. "Ahora, ¿a dónde vamos?"
Continuaron su aventura y llegaron a una calle donde había un semáforo.
"Es importante cruzar las calles con cuidado. ¡Vamos a jugar a ser semáforos!" - sugirió Tomás.
"¡Buena idea!" - dijo Lila. "Yo seré el semáforo rojo, ¡ustedes tienen que detenerse!"
"¡Wooof!" - gritó Pepo, corriendo en círculos.
Se turnaron en ser el semáforo y aprendieron cómo funcionar:
"¡Cuando esté rojo, detenemos!" - dijo Lila.
"¡Verde! ¡Vamos!" - decía Tomás mientras corría, y Pepo lo seguía feliz.
Cuando terminaron de jugar, vieron que una señora estaba estacionando su auto, pero no se daba cuenta de que los chicos estaban a punto de cruzar.
"¡Espera!" - gritó Tomás. "Señora, primero hay que mirar a los lados antes de mover el auto. ¡Estamos jugando!"
La señora se sorprendió y sonrió.
"¡Gracias, chicos! Ustedes son muy responsables. Me alegra que estén aprendiendo sobre seguridad."
"¡Lo hacemos para cuidar a todos!" - contestó Lila con orgullo.
Siguieron su aventura y llegaron al hogar de la abuela Chochi, una mujer amable que siempre les daba galletas. Pero al tocar la puerta, notaron que la puerta estaba entreabierta y no había respuesta.
"¿Y si le pasó algo?" - sugirió Pepo mientras olfateaba el aire.
"¡Vamos a asegurarnos de que esté bien!" - dijo Tomás con un poco de seriedad en su voz.
Lila asintió y dijo: "Podemos llamar a su vecino si no abre!"
Decidieron hacerlo y llamaron al vecino, un hombre mayor que siempre ayudaba a la abuela Chochi.
"¡Hola, vecino! La puerta de la abuela está abierta y no responde. ¡Ven rápido!"
El vecino llegó rápidamente, y al ver la situación, entró con cuidado.
"Todo está bien, ¡pero olvidó cerrar! Gracias, chicos, por ser tan responsables. Siempre es bueno cuidar de nuestros vecinos."
"¡Nosotros aprendimos en el jardín de infantes!" - dijo Lila sonriendo.
"Y ser valientes también es parte de la seguridad!" - añadió Tomás orgulloso.
Finalmente, después de un día lleno de aventuras, decidieron que habían tenido suficiente por hoy. Regresaron a casa, llenos de historias y sonrisas.
"Hoy aprendí que todos podemos ayudar a mantener nuestro barrio seguro y bonito!" - dijo Lila.
"¡Sí! Y también que siempre debemos cuidar de nuestros amigos y vecinos!" - agregó Tomás.
"¡Woof! ¡Woof!" - ladró Pepo, como si estuviera de acuerdo en todo.
Así, Lila, Tomás y Pepo se convirtieron en los mejores aventureros de la seguridad, siempre listos para ayudar a otros y hacer de su barrio un lugar más seguro y feliz para todos.
FIN.