Los aventureros de los animales y los lentes perdidos



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos gemelos llamados Benjamín y Tomás. Eran muy graciosos y siempre estaban buscando aventuras para divertirse. Junto a ellos, tenían a su perro Max, quien era leal y juguetón.

Vivían en una casa muy colorida junto a su amiga, la señora Juana. Un día soleado, los gemelos decidieron explorar el bosque que se encontraba al final del pueblo.

Se pusieron sus sombreros de explorador y llevaron consigo una mochila llena de golosinas para compartir con Max. Mientras caminaban por el bosque, escucharon un ruido extraño proveniente de un árbol cercano. Se acercaron sigilosamente y descubrieron que había un pajarito atrapado entre las ramas.

- ¡Oh no! ¡Tenemos que ayudarlo! -exclamó Benjamín preocupado. Tomás rápidamente trepó al árbol y con mucho cuidado logró liberar al pajarito. El pequeño animalito voló alegremente hacia el cielo mientras los gemelos aplaudían emocionados.

Continuaron su camino por el bosque cuando escucharon otro ruido misterioso. Esta vez venía del lago cercano. Corrieron hasta allí y vieron a unos patitos perdidos en medio del agua sin saber cómo salir. - ¡No te preocupes! ¡Vamos a rescatarlos! -gritó Tomás animadamente.

Benjamín tomó unas ramas largas y las extendió hacia los patitos para que pudieran subirse encima y llegar seguros hasta la orilla. Los patitos nadaron hasta las ramas y poco a poco llegaron a salvo.

Los gemelos se miraron con una sonrisa y siguieron su camino, ahora más motivados que nunca para ayudar a los animales en apuros. De repente, escucharon un llanto desesperado.

Se acercaron rápidamente hacia el lugar de donde provenía el sonido y encontraron a una señora muy angustiada buscando algo entre unos arbustos. - ¿Señora Juana, qué le pasa? -preguntó Benjamín preocupado. - ¡Mis lentes! Los perdí mientras paseaba por aquí. No puedo ver sin ellos -respondió la señora Juana sollozando.

Los gemelos se miraron y sin pensarlo dos veces comenzaron a buscar por todos lados. Max también se unió al equipo olfateando cada rincón del bosque.

Después de un rato de búsqueda intensa, Tomás encontró los lentes escondidos detrás de unas hojas secas. Los gemelos corrieron hacia la señora Juana emocionados para devolvérselos. - ¡Aquí están sus lentes! -dijo Benjamín felizmente. La señora Juana no podía creerlo.

Estaba tan agradecida que les dio un fuerte abrazo a los gemelos y les prometió hacerles su torta favorita como muestra de gratitud. Desde ese día, Benjamín, Tomás y Max se convirtieron en héroes del pueblo, siempre dispuestos a ayudar en cualquier situación.

Aprendieron que ser amables con los demás y estar atentos puede marcar la diferencia en la vida de las personas y animales que los rodean. Y así, los gemelos graciosos, el perro y la señora Juana vivieron muchas más aventuras juntos, siempre esparciendo alegría y bondad por donde iban.

El pequeño pueblo nunca olvidaría su valentía y generosidad.

FIN.

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