Los Aventureros del Aula Responsable
Era una mañana brillante en la Escuela Primaria 'El Faro', y los 32 alumnos de la clase del profesor Pablo se preparaban para una gran aventura. Cada uno de ellos tenía una misión especial: demostrar que podían ser responsables y trabajar en equipo.
Cuando sonó el timbre, la maestra Marisol, reemplazando al profesor Pablo ese día, los recibió con una sonrisa.
"¡Buenos días, chicos! Hoy vamos a vivir una aventura muy especial. ¡Seremos un equipo de exploradores!" dijo con entusiasmo.
Los alumnos se miraron emocionados.
"¿Qué debemos hacer?" preguntó Ana, levantando la mano.
"Vamos a dividirnos en cuatro grupos y cada grupo tendrá una misión. Al final, deberemos juntar nuestras experiencias y trabajar juntos para crear un gran mapa del aula con lo que aprendamos. Así, iremos descubriendo cómo contribuir a mantener nuestro espacio en perfectas condiciones", explicó la maestra.
Cada grupo formó una pequeña asamblea para elegir un representante.
"¡Yo quiero ser el líder del grupo azules!" exclamó Lucas.
"Yo quiero ser la líder del grupo amarillos" se ofreció Sofía alzando la mano.
Así, se conformaron los grupos: el grupo rojos, azules, verdes y amarillos. La maestra les entregó una lista de tareas a realizar.
Mientras los grupos se dirigen a sus respectivas actividades, el grupo de los azules se dedicó a clasificar los artículos del aula.
"¡Miren este cuaderno!" dijo Lucas.
"No se olviden de guardar los lápices correctamente, ¡no quiero verlos tirados en el suelo!" añadió Valentina.
El grupo amarillo se dedicó a limpiar las ventanas.
"¡Qué bien se ve todo cuando está limpio!" comentó Sofía, mientras pasaba un trapo.
En el grupo verde, los alumnos trabajaban en la decoración del aula.
"Vamos a hacer una cartelera que recuerde a todos sobre la importancia de cuidar el aula" sugirió Nicolás.
Mientras tanto, el grupo rojo se encargó de revisar los libros de la biblioteca.
"Este libro está roto. Necesitamos pedirle a la maestra que lo repare" dijo Pilar.
Después de un rato, Marisol notó que el grupo amarillo había tardado más de lo esperado. Al ir a verificar lo que estaba sucediendo, se encontró con una gran sorpresa.
"¿Qué pasó aquí?" preguntó asombrada al ver que habían decidido hacer una obra de teatro improvisada sobre la historia del aula.
"Es que nos pareció más divertido actuar lo que se debe hacer en lugar de solo limpiarlo" explicó Kevin, mientras se quitaba un trapo de la cabeza.
"¡Y lo hicimos para aprender!" interrumpió la tímida Valeria, quien rara vez hablaba en clase.
Marisol sonrió, comprendiendo que la creatividad también era parte de aprender.
"Lo importante es aprender, así que aprovechemos esto. Vamos a invitar a los demás grupos a unirse a nuestra representación" dijo.
Al escuchar esto, el grupo rojo dejó de revisar libros, el verde dejó de decorar y el azul dejó sus lápices.
"¡Genial! ¡Una obra para todos!" gritó Lucas.
"Confío en que cada uno aporte algo especial" sonrió Sofía.
Así, entre risas y juegos, los 32 alumnos se unieron para crear una representación donde cada grupo mostró lo aprendido durante sus tareas. Concoloración a sus papeles, el grupo rojo decidió interpretar a bibliotecarios, el amarillo a limpiadores, el verde a decoradores y el azul a organizadores.
El aula estaba decorada con dibujos y carteles que con cariño habían preparado. Todos se rieron y aplaudieron la obra al final.
"¡Bravo!" gritaron todos al unísono.
La maestra Marisol, orgullosa, cerró la actividad con una reflexión.
"Hoy vimos que trabajar juntos es la mejor manera de aprender y de ser responsables. No solo se trata de lo que hicimos sino de cómo lo hicimos. Al final, todos fuimos parte de esta aventura y demostramos que en equipo podemos lograr cosas grandiosas. Cada uno de ustedes tiene un papel importante en el aula, y juntos somos un gran equipo".
Los alumnos se sintieron felices y comprendieron la importancia de trabajar con responsabilidad y sobre todo, se divirtieron mucho en el proceso.
Y así, los Aventureros del Aula Responsable aprendieron que la colaboración y la creatividad eran las mejores herramientas para cuidar y embellecer su lugar de aprendizaje. Desde entonces, cada vez que llegaban a clase, lo hacían con ganas de trabajar juntos, sabiendo que su aula era un reflejo de su esfuerzo y compañerismo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.