Los Aventureros del Espacio
Era un día soleado en Valencia de Don Juan, y los niños de tercero A estaban emocionados por su excursión a la feria de ciencias. La profesora Raquel había preparado una actividad especial para ellos: construir un cohete de cartón y aprender sobre el sistema solar.
"Hoy vamos a aprender todo sobre el espacio, chicos!" - dijo la profe Raquel con una sonrisa. "¿Quién quiere ser astronauta?"
Todos los niños levantaron la mano al mismo tiempo. Vencislav, siempre el más entusiasta, exclamó:
"¡Yo quiero ir a la Luna!"
Valentina, que tenía un gran amor por las estrellas, agregó:
"Y yo quiero ver el anillo de Saturno!"
Iker, un poco más reservado, dijo:
"Pero, ¿y si no encontramos el camino de regreso?"
Lucía, buscando apoyarlo, comentó:
"¡Pero sería una aventura increíble! ¿A quién no le gustaría ver un planeta?"
Samuel, que siempre había soñado con viajar al espacio, exclamó entusiasmado:
"Si tenemos un cohete, ¡podemos hacer cualquier cosa!"
La profe Raquel sonrió y les dijo:
"Hoy no solo construiremos un cohete, sino que también vamos a hacer una simulación de un viaje al espacio. ¿Están listos?"
Unos minutos después, todos juntos estaban en el patio del colegio, armando el cohete con cartón y pintura. Tras varias horas dedicadas a la creación, el cohete se veía impresionante.
"¡Es una belleza!" - dijo Vencislav. "Vamos a volar tan alto que podremos ver toda la Tierra desde allí."
De repente, algo mágico sucedió. El cohete comenzó a brillar y, casi de la nada, una luz envolvente los rodeó.
"¿Qué está pasando?" - gritó Valentina.
"¡Es como un sueño!" - respondió Lucía, con los ojos abiertos de par en par.
Y, en un abrir y cerrar de ojos, ¡el grupo se encontró dentro del cohete!"¡Estamos en el espacio!" - exclamó Iker, atónito.
Frente a ellos había un panel de control lleno de botones de colores.
"¡Presionen el botón rojo!" - sugirió Samuel, quien siempre había sido aventurero.
Sin pensarlo, todos presionaron el botón rojo y sintieron una sacudida. El cohete comenzó a moverse.
"¡Esto es increíble!" - gritó Valentina, mientras veía cómo se alejaban de la Tierra.
Pero de repente, la alarma del cohete sonó.
"¡Oh, no!" - exclamó Lucia, mirando el panel de control. "El combustible está disminuyendo rápidamente."
"¿Qué podemos hacer?" - preguntó Iker, preocupado.
Samuel miró por la ventana y sonrió.
"¡Miren ahí! ¡Es un asteroide!" - apuntó.
Valentina, recordando lo que habían aprendido, dijo:
"¡Podemos aterrizar allí y buscar combustible!"
"¡Sí, es una buena idea!" - añadió Vencislav, emocionado.
El grupo se puso a trabajar en equipo. Lucía maneja el cohete con la ayuda de Iker, mientras Valentina y Vencislav se preparaban para descender, pensando en cómo podrían recolectar combustible de los asteroides.
Una vez aterrizados, se pusieron sus trajes espaciales y comenzaron a explorar. Rápidamente encontraron un líquido azul brillante.
"Creo que esto es lo que necesitamos para el cohete," - dijo Lucía.
Samuel miró el líquido y dijo:
"Pero no sabemos si es seguro. ¡El espacio puede ser peligroso!"
"Podemos hacer pruebas primero," - sugirió Vencislav, siempre curioso.
Después de algunos experimentos, confirmaron que el líquido era un combustible potente y seguro.
"¡Es nuestra oportunidad de volver!" - gritó Iker, entusiasmado.
Con el nuevo combustible, regresaron al cohete, y Valentina, emocionada, presionó el botón de despegue.
"¡A volar!" - exclamó mientras el cohete se elevaba de nuevo.
Finalmente, lograron regresar a la Tierra, aterrizando suavemente en el patio del colegio, justo a tiempo de escuchar la voz de la profe Raquel.
"¡Chicos, me alegro de verlos! ¿Cómo les fue en la aventura?"
"¡Fue increíble!" - gritaron todos al unísono.
"Nunca se digan que no pueden hacer algo. En grupo, siempre pueden enfrentar cualquier desafío," - les dijo la profesora, orgullosa de sus nuevos exploradores.
Y así, los niños de tercero A aprendieron que la curiosidad, el trabajo en equipo y la valentía son la clave para hacer realidad sus sueños, aunque sean tan grandes como el espacio mismo.
FIN.