Los Aventureros Violeta y Elías
En una soleada mañana en el barrio de las flores, Violeta, una niña de un año llena de curiosidad, disfrutaba de sus juguetes en el jardín. Su hermano Elías, un niño mayor que amaba construir cosas con bloques, se encontraba sentado en su rincón especial.
Era un día como cualquier otro, pero hoy, Violeta se sintió decidida a hacer algo diferente.
"¡Eli!" - exclamó Violeta, moviendo sus manitas hacia su hermano, intentando llamar su atención. Su voz era suave como el viento,
Elías, al escuchar a su hermana, empezó a mirar las estructuras que había construido.
"¿Qué pasa, Vio?" - le respondió con una sonrisa, sintiendo el cariño en su corazón.
Violeta, emocionada por el entusiasmo de su hermano, señaló hacia el arco iris que aparecía detrás de las nubes.
"¡Mira, Arco Iris! ¡Vamos juntos!" - dijo mientras empezaba a gatear hacia el arco iris.
El corazón de Elías se llenó de emoción. Aunque no siempre entendía las palabras de su pequeña hermana, sabía que era un gran momento para ser parte de una aventura. Dejó de lado sus bloques y la siguió.
Cuando llegaron al final del jardín, donde el verdadero arco iris parecía posarse, se encontraron ante una extraña y colorida puerta.
"¡Violetita! ¿Ves eso?" - señaló Elías.
"Sí, Eli. Vamos a abrirla juntos. ¡Aventura!" - dijo Violeta, mientras empujaba la puerta, que chirrió al abrirse.
De repente, se encontraron en un bosque mágico, lleno de criaturas fantásticas y árboles que hablaban. Elías se sintió un poco nervioso, pero la risa de Violeta lo tranquilizaba.
Los árboles se inclinaban, como si intentaran contarles historias antiguas.
"¡Hola arbolito!" - dijo Violeta, siempre amigable.
"Hola, pequeña. Soy el Árbol de la Sabiduría. ¿Qué desean saber?" - respondió uno de los árboles con voz profunda.
Elías, sintiendo que este era un momento especial, dijo:
"¿Por qué todo es tan mágico aquí?".
"Este bosque solo es mágico para quienes tienen corazones puros y son curiosos como ustedes. La magia está en creer y explorar. A veces encontramos cosas sorprendentes donde menos lo esperamos" - explicó el árbol.
Emocionados, los hermanos comenzaron a caminar, descubriendo amigos como la Mariposa Azul, que danzaba entre flores que cantaban.
"Esto es increíble, Eli" - saltó Violeta, balanceándose alegremente.
Sin embargo, en un momento de diversión, Violeta se separó un poco de su hermano, corriendo hacia un claro lleno de flores brillantes. Elías, al darse cuenta, sintió un pequeño nudo en su estómago.
"¡Violeta, espera!" - gritó, intentando alcanzarla.
Violeta, al ver una flor que brillaba más que las demás, se agachó a tocarla. De repente, un viento fuerte la rodeó!"¡Ay, Eli!" - gritó, un poco asustada.
Elías, decidido, corrió hacia ella y al llegar la protegió con su cuerpo. A pesar de ser mayor y no siempre entender todas las emociones, en ese día, se sintió como el mejor hermano del mundo.
"No temas, Vio, estoy aquí" - la tranquilizó al abrazarla.
Las flores, al ver el amor entre ellos, empezaron a cantar una melodía hermosa que llenó el aire. Violeta sonrió al sentir el abrazo de su hermano, sintiéndose segura.
Y entonces, el Árbol de la Sabiduría se acercó de nuevo.
"¿Ven lo que han creado juntos? El amor y la amistad pueden desplazar el miedo. Cuando se apoyan mutuamente, ustedes son fuertes y pueden enfrentar cualquier reto" - dijo con orgullo.
Cuando finalmente fue el momento de volver a casa, atravesaron la puerta mágica y regresaron al jardín, con una nueva historia para contar.
"¡Qué aventura tan genial, Eli!" - dijo Violeta mientras se acercaba a su hermano.
"Sí, siempre podemos ser aventureros juntos, Vio" - afirmó Elías, con un brillo en sus ojos.
Desde aquel día, comprendieron que la magia estaba en su relación y que juntos podían enfrentar cualquier aventura, sin importar lo que pasara. Y así, cada día en el jardín estaba lleno de nuevas exploraciones donde la curiosidad siempre las guiaba, y su lazo solo se hacía más fuerte.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.