Los Besos Imaginarios de Tomi



Era un hermoso día soleado y se celebraba el cumpleaños de la abuela Silvia. Todos estaban en la casa llena de globos de colores y una gran torta de chocolate en la mesa. Los amigos y la familia de la abuela estaban emocionados, pero hubo un pequeño niño que estaba aún más emocionado que todos: Tomi, el nieto de la abuela.

Tomi era un niño alegre y lleno de energía, siempre montando travesuras. Sin embargo, aquella tarde Tomi decidió hacer algo diferente. Mientras todos cantaban 'Feliz Cumpleaños', él decidió lanzar besos imaginarios al aire. Los besos salían volando de sus labios como pequeñas estrellitas de luz, llenando la habitación de alegría y sonrisas.

"- ¡Miren! - gritó Tomi - ¡Son besos de amor! ¡Los lance para todos!"

Los familiares comenzaron a reírse, pero algo mágico ocurrió. Cada vez que Tomi lanzaba un beso imaginario, los rostros de las personas se iluminaban como si fueran tocados por la felicidad.

"- ¡Tomi, qué divertido! - dijo su tía Marta mientras se secaba una lágrima de risa.

"- Sip, ¡son besos que atrapan la buena onda! - respondió Tomi mientras seguía lanzando besos por doquier. Llenaba la habitación de risas y alegría.

Pero no todo fue risas. La tía Silvia, que siempre estaba un poco seria, se cruzó de brazos y dijo: "- Eso no funciona, Tomi. Los besos imaginarios no tienen poder real."

Tomi, no desanimado, miró a su abuela y dijo: "- Pero abuela, si todos sonríen, eso significa que algo está pasando. ¡Voy a seguir lanzando besos!"

Los demás empezaron a lanzar sus propios besos imaginarios, formando una lluvia de coloridas sonrisas en el aire. La fiesta se llenó de alegría y risa, y la abuela Silvia no pudo evitar soltarse un poco.

"- Bueno, quizás un par de besos no estén tan mal - dijo, sonriendo tímidamente.

El hermano de Tomi, Martín, que siempre fue algo gruñón, decidió sumarse a la fiesta. "- Espero que esos besos también lleguen a mí - dijo entre risas, mientras comenzaba a lanzar besos junto a su hermano.

Cada beso que Tomi enviaba se transformaba en un brillo especial. La energía de los besos imaginarios hizo que los familiares compartieran historias divertidas, hicieran bromas y jugaran unos con otros. Hasta la abuela Silvia se unió al juego, lanzando besos en dirección a los globos.

"- ¡Beso para el globo rojo! - exclamó con su voz melodiosa.

Así, la fiesta se convirtió en un desfile de sonrisas y carcajadas. En un momento, mientras todos lanzaban besos, Tomi tuvo una idea genial.

"- ¿Y si hacemos una cadena de besos? - propuso. - Todos lanzamos un beso uno tras otro y lo llevamos alrededor de la casa.

Con el entusiasmo desbordante de Tomi, todos se alinearon y comenzaron a lanzar besos uno tras otro. La abuela Silvia no podía creer lo que veía, ¡la risa reinaba en su cumpleaños!

Finalmente, cuando la torta fue traída, tomaron un momento para desearle a la abuela que el resto del año estuviera lleno de amor, risas, y por supuesto, muchos besos imaginarios.

"- ¡Feliz Cumpleaños, abuela Silvia! - gritaron todos de una sola voz.

La abuela, con lágrimas de felicidad en los ojos, dijo: "- No sabía que los besos imaginarios podían hacer tanto. ¡Gracias, Tomi!"

Ese día, la abuela Silvia aprendió que la alegría se puede encontrar en las cosas más simples y que a veces, lo imaginario puede tener un impacto real en el corazón de las personas.

Cuando la fiesta llegó a su fin, Tomi se sintió feliz. Había logrado que todos se enamoraran de la alegría y el amor que él mismo había vivido en su corazón. Aprendió que no se necesita algo físico para compartir amor, a veces solo necesitas un poco de imaginación y muchas ganas de hacer sonreír a los demás.

FIN.

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