Los Caballeros del Saber



Érase una vez, en un reino lejano, cuatro valientes caballeros: Sir Álgebra, Don Letra, El Caballero Curioso y Feo el Valiente. Un día, recibieron una urgente llamada en el castillo del Rey: la Princesa Clara había sido secuestrada por un malvado dragón que se ocultaba en un misterioso laberinto.

"¡Debemos rescatarla!", exclamó Sir Álgebra, ajustándose la armadura.

"Sí, pero este no será un camino fácil", añadió Don Letra, mientras observaba un mapa antiguo.

"¿Qué pruebas nos esperan?", preguntó El Caballero Curioso, que siempre deseaba aprender más.

"¡Atravesar el laberinto, resolver un crucigrama y descubrir la contraseña de la puerta del dragón!", explicó Feo el Valiente, dispuesto a demostrar su valentía.

Con determinación, los caballeros partieron hacia el laberinto. Al llegar, se dieron cuenta de que la entrada estaba custodiada por un enorme monstruo que sólo los dejaría pasar si lograban resolver un acertijo.

"¿Cuál es el lugar más dulce del mundo?", bramó el monstruo.

"¡No lo sé!", gritó Don Letra, preocupado.

"¡Yo también estoy confundido!", se unió El Caballero Curioso.

"¡Piensen más allá de lo obvio!", les animó Sir Álgebra, mirándolos fijamente.

Tras unos minutos de silencio y reflexión, Feo el Valiente dijo: "¡La respuesta es... el corazón de un niño!".

El monstruo, emocionado, dejó que los caballeros pasarán al laberinto.

Dentro del laberinto se encontraron con muchas bifurcaciones.

"Debemos dividirnos para explorar más rápido", sugirió Don Letra.

"No, mejor nos quedamos juntos. Siempre es bueno tener compañía", observó El Caballero Curioso, preocupado por la seguridad de sus amigos.

"Es verdad. Avancemos juntos", determinó Feo, y los cuatro se encolumnaron.

Después de mucho caminar, llegaron a una sala llena de letras flotantes. En una esquina, vieron una sopa de letras gigante desplegada en el suelo.

"¡Debemos encontrar la contraseña!", gritaron al unísono.

Empezaron a buscar con intensidad, mientras De repente Don Letra saltó de alegría.

"¡Aquí está la palabra! ¡Es 'Valentía'!"

"Y encontré otra: 'Amistad'", dijo Sir Álgebra, sosteniendo una letra “A”.

"¡Yo tengo 'Sabiduría'!", añadió El Caballero Curioso, levantando su puño en alto.

"Y yo 'Aventura'!", finalizó Feo, saboreando su descubrimiento.

"¡Perfecto! Ahora a resolver el crucigrama. ¡Cada palabra es una clave! Vamos, chicos!"

Con el tiempo en contra, se pusieron a trabajar. Al resolver el crucigrama, las palabras formaron la frase: ‘SÓLO CON VALOR SE ENFRENTA EL MIEDO’.

"¡Eso debe ser la contraseña!", gritó Don Letra, mientras se acercaban a la puerta del dragón y la decían en voz alta.

El gran portón se abrió con un estruendo. Tras cruzarlo, se encontraron al dragón que custodiaba a la princesa Clara.

"¿Quién se atreve a desafiarme?", rugió el dragón, con sus ojos brillantes.

"Nosotros somos caballeros valientes y hemos venido a rescatar a la princesa", respondió Feo, lleno de coraje.

"¡Tendrán que superarme!", lanzó el dragón mientras las llamas titilaban.

Pero en lugar de pelear, Sir Álgebra pensó diferente.

"¡Espera! Antes de pelear, vamos a jugar un juego. Si ganamos, dejas libre a la princesa. Si ganas, los retendrás a todos aquí como figuras adornando tu cueva."

"¿Qué tipo de juego?", preguntó el dragón, intrigado.

"Hablemos sobre la importancia de la valentía y la amistad. Si, puedes ganar tu libertad", sugirió Don Letra.

Y así, los caballeros comenzaron a hablar con el dragón sobre valentía y la fuerza que da la amistad. Al comprender su mensaje, el dragón se sintió conmovido.

"Nunca pensé que la valentía podía ser tan poderosos. Los dejaré ir, sólo porque tengo una nueva perspectiva."

Felices, los caballeros liberaron a la Princesa Clara.

"Gracias, valientes caballeros. Ustedes me salvaron no sólo a mí, sino a un dragón que también necesitaba entender que la verdadera fuerza viene del corazón", dijo la princesa con lágrimas de emoción.

Con nuevas amistades formadas y valiosas lecciones aprendidas, los caballeros y la princesa regresaron al reino.

"Nunca subestimen el poder de la comprensión y la amistad", concluyó El Caballero Curioso, mientras se reían todos juntos, rumbo a nuevas aventuras.

FIN.

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