Los Caballos Inseparables



En un hermoso prado lleno de flores y árboles frondosos, vivían dos caballos muy amigos, llamados Estrella y Rayo. Desde que eran pequeños, habían compartido todo: juegos, comidas y aventuras. Sin embargo, había un pequeño problema: si se separaban, se ponían muy bravos y, ¡hasta podían patear a quienes intentaban acercarse!

Un día, Estrella y Rayo decidieron explorar un nuevo rincón del prado donde nunca habían estado. Rayo, más curioso por naturaleza, empezó a correr hacia un pequeño arroyo que brillaba con la luz del sol.

"¡Esperá! ¡No te vayas tan lejos!" - gritó Estrella, pero Rayo ya había cruzado el primer árbol.

De repente, Rayo se dio cuenta de que había un pequeño charco de barro que lo atrapaba entre sus patas. Empezó a relinchar, llamando a su amiga.

"¡Estrella! ¡Ayúdame! Estoy atascado en el barro!" - desesperado, trató de liberarse, pero solo se hundía más.

Estrella, al oír los gritos de su amigo, rápidamente corrió hacia él, pero en su apuro, no se dio cuenta de que estaba cruzando un sendero lleno de espinas.

"¡Ay! ¡Las espinas!" - se quejó Estrella mientras se detenía para sacarse unas espinas de la pata. Sin embargo, no podía dejar a Rayo solo.

Con un gran esfuerzo, se acercó a Rayo y le dijo:

"No te preocupes, amigo. Vamos a salir de esto juntos. ¡Empujame con todas tus ganas!"

Rayo, temblando de miedo y barro, reunió todas sus fuerzas y empujó. Juntos, lograron que el barro soltase a Rayo, pero justo en ese momento, saltó un charco y ambos terminaron cubiertos de barro.

"¡Qué desastre, Rayo! ¡Ahora estamos igual de sucios!" - se rieron ambos mientras intentaban limpiarse unos a otros.

Decidieron volver a casa, pero el camino estaba lleno de obstáculos. Se encontraron con un tronco caído que tenían que saltar.

"¡No puedo saltar!" - exclamó Rayo.

"Sí podés, sólo tenés que creer en vos mismo. ¡Vamos! Yo te ayudo, contá hasta tres y salta!" - animó Estrella.

Rayo tomó aire y gritó: "¡Uno, dos, tres!" y saltó con todas sus fuerzas, logrando cruzar el tronco.

"¡Lo lograste!" - ladró Estrella emocionada.

Luego, se toparon con un pequeño río que debían cruzar. Rayo era un poco miedoso al agua.

"No sé nadar, voy a caer y ahogarme!" - dijo Rayo temblando.

"Es solo un pequeño río, yo te guiaré. Si saltamos juntos, lo lograremos!" - dijo Estrella con confianza.

Reunieron valor y saltaron juntos, aterrizando sanos y salvos en la otra orilla. Rayo sonrió, sintiéndose orgulloso de su valentía.

Finalmente, cuando regresaron al prado, se sintieron felices y satisfechos por lo que habían logrado.

"Creo que hemos aprendido algo, Estrella. No importa lo lejos que vayamos, siempre debemos cuidarnos mutuamente." - comentó Rayo.

"¡Exactamente! Juntos somos más fuertes, y eso nos hace mejores amigos." - dijo Estrella.

Desde ese día, Estrella y Rayo aprendieron a no separarse, pero también a enfrentar los obstáculos con alegría y confianza, sabiendo que siempre se tendrían el uno al otro. Y así, continuaron explorando el prado, dejando sus huellas en el barro, pero sobre todo, imprimiendo huellas de amistad y lealtad en sus corazones.

FIN.

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